Agencia Andaluza del Agua consejería de medio ambiente
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y aprovechamiento de las aguas reseñamos el pilar-lavadero de La Lapa, junto con otras fuentes, abrevaderos y lavaderos construidos en el primer tercio del siglo XX .
[SANTI MB] A la izquierda, fuente del Concejo, Zufre (Huelva). [A. CASTILLO] Abajo, fuente lavadero de Linares de la Sierra (Huelva). Posiblemente, el caso de Pegalajar sea uno de los fenómenos de resistencia social y de lu- cha a causa de la desecación de una fuente más paradigmáticos de Andalucía. En él se miran otras poblaciones afectadas por pro- blemas similares, que, desgraciadamente, irán en aumento en un futuro próximo. La fuente de la Reja, que daba vida a todo un conjunto integrado además por la Charca y la Huerta de Pegalajar, se secó en 1988 por extracciones en el acuífero que la sustentaba. Ese conjunto es, todavía hoy, parte esencial del patrimonio histórico-cul- tural-económico de Pegalajar, como lo re- conoce su declaración como Lugar de Inte- rés Etnológico y su inclusión en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, constituyendo, además, uno de los pilares más sólidos sobre los que poder construir el futuro desarrollo del pueblo de manera endógena y sostenible. Históricamente, la fuente de la Reja ha sido la base de todo el complejo socioeconó- mico y cultural de la Huerta. Sus aguas han regado uno de los espacios hortícolas más grandes conocidos y, lo que es más impor- tante, ha posibilitado un agro-ecosistema de huerta, una cultura de trabajo y unas señas de identidad singulares. Asimismo, ha sido, y es, un lugar central en la vida de Pegalajar. La Charca, embalse regulador de las aguas de la Fuente, ha sido también un lugar de en- cuentro y de interacción social importantí- simo, que a partir de mediados del siglo XIX
se integra progresivamente en el tejido ur- bano del pueblo, pasando a convertirse en los años 50 del siglo XX en su auténtica «plaza mayor», lugar de paseo cotidiano, de recreo, de baños, de juegos infantiles, de cortejo; y, también, en lugar central para el desarrollo de buena parte de las acciones simbólicas, festivas, culturales y lúdicas que se producen en Pegalajar hasta el día de hoy. La Huerta, por su parte, ha constituido un espacio fuertemente conectado al de la Charca y la Fuente. Así, las acequias que par- ten de la Charca propiciaban la existencia de lugares como el lavadero público, la fá- brica de jabón y los molinos de aceite o de harina, que daban lugar a un continuo trá- fico entre el pueblo y la zona de la Huerta. Ello creaba además un microclima y un eco- sistema especial que, junto a las produccio- nes de hortalizas, frutales, viñas y olivos, marcaban la peculiaridad de Pegalajar, reco- nocida en toda la comarca, y aún más allá de la misma, en particular en la cercana capital. Todas estas razones han hecho que la Fuente, la Charca y la Huerta se hayan ido convirtiendo a lo largo del tiempo en los re- ferentes más importantes de la población, tanto para los propios vecinos, como para los forasteros, del mismo modo que en otros lugares puedan serlo las iglesias, los casti- llos, las torres, las plazas mayores, las bande- ras, los himnos o los iconos religiosos. El agua, hilo conductor de todo el sis- tema hidráulico y productivo, ha sido el elemento primordial de la vida de Pegala- jar, la base sobre la que se ha asentado la población, la organización del espacio y la estructura socioeconómica. El agua ha sido, también, la causa fundamental de la conservación del medio. Un medio huma- nizado, donde la intervención del hombre para su mejor aprovechamiento ha sido totalmente compatible con su preserva- ción, creándose un ecosistema agrario y medioambiental que ha perdurado en per- fecto equilibrio durante siglos, y que sólo la falta de agua en los últimos años ha puesto en riesgo de supervivencia y continuidad. En 1988, por causa de extracciones abu- sivas que provocan la sobreexplotación del acuífero, el manantial de la fuente de la Reja dejó de derramar y la Charca quedó vacía y seca. Los efectos que de ello inmediatamente se derivaron son obvios: abandono de culti- vos, destrucción de hormas y muros, des- aparición de acequias, desecación de fuentes y, en definitiva, una rápida degradación de todo el sistema que no sólo ha afectado a las estructuras agrarias, sino que también ha in- 90 MANANTIALES, HISTORIA, CULTURA Y ETNOGRAFÍA Agua, cultura, patrimonio e identidad en Pegalajar (Jaén) Javier Escalera Reyes UNIVERSIDAD PABLO DE OLAVIDE. SEVILLA Diego Polo Aranda ASOCIACIÓN VECINAL «FUENTE DE LA REJA», PEGALAJAR fluido en un cambio de mentalidad, de rup- tura con un determinado sistema de vida y de conexión e intercambio con el medio. De tal modo que la Huerta, que había estado siem- pre integrada en la vida del pueblo, corre el riesgo de convertirse en el «corral trasero» en el que van a ir apareciendo agresiones e im- pactos que hubiesen sido inconcebibles cuando estaba viva. Todos estos efectos económicos, me- dioambientales y paisajísticos se traducen en un fuerte golpe sobre los elementos que históricamente han constituido los emble- mas de la identificación de los pegalajareños con su pueblo, por lo que desde el principio la pérdida del agua será contemplada como un auténtico atentado contra la propia exis- tencia de Pegalajar como pueblo y colecti- vidad. El impacto sufrido por la deseca- ción dio lugar a una toma de conciencia de la gravedad de la misma, constituyéndose el colectivo vecinal que, desde 1991, viene tra- bajando en pro de la recuperación del con- junto Fuente-Charca-Huerta. Hoy, quince años después de la deseca- ción, y a pesar del reconocimiento oficial de sus valores ambientales y culturales por parte de la Junta de Andalucía, lo cual debería constituir una herramienta fundamental para su dinamización, este conjunto patri- monial se halla en peligro de extinción. La tardía intervención por parte de las admi- nistraciones responsables para la recupera- ción del agua, y la falta de actuaciones para la conservación y revitalización de la Charca y de la Huerta, unida a diversos intereses particulares que han sembrado y extendido la división entre una parte de los pegalajare- ños, contraponiendo falsamente el desarro- llo del pueblo con la preservación de este patrimonio común, son factores que están obstaculizando la solución al problema. El movimiento social, y la asociación ve- cinal «Fuente de la Reja» (Premio de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía en 2005), continúa trabajando por la recuperación del agua, y la restauración y puesta en valor del conjunto del sistema Fuente-Charca-Huerta. El derrame permanente de la fuente de la Reja sigue siendo hoy una reivindicación justa de los vecinos de Pegalajar. AGUA, CULTURA, PATRIMONIO E IDENTIDAD EN PEGALAJAR (JAÉN) 91 En la página anterior, imagen de la Charca de Pegalajar a principios del siglo XX . [COLECCIÓN D. POLO] Arriba, la Charca de Pegalajar, «plaza mayor» y «playa de Jaén» con motivo de la última emanación de la fuente de la Reja en 2004. [D. POLO] Acto reivindicativo del movimiento vecinal que promueve la recuperación de la fuente de la Reja y la Charca de Pegalajar. [D. POLO] Vista aérea de la población y la Charca de Pegalajar (Jaén). Este artículo pretende guardar y rendir memoria de algunas inscripciones antiguas que en determinados momentos adorna- ron, o todavía adornan, los frontispicios de fuentes de la provincia de Málaga. En con- creto, las piezas que menciono se encuen- tran entre los más antiguos testimonios es- critos de los que he tenido constancia. No pocos peligros las afectaron; dado su gran interés y fácil acceso, en tiempos pasados a menudo fueron aprovechadas como ciclópeos bloques en la construc- ción; posteriormente, su valor histórico- artístico las convirtió en piezas muy codi- ciadas, objeto frecuente de expolio; de cualquier manera, bien sea por incultura o por simple rapiña, se fueron dispersando a lo largo de los siglos, especialmente cuando se acometían remodelaciones. Por ello, no es de extrañar que de algunas de ellas haya tenido que saber a través de publicaciones, remontándome para ello a escritos de va- rios siglos de antigüedad. Las civilizaciones que nos precedieron dejaron su impronta grabada en la piedra; los antiguos pobladores de Hispania fueron especialmente prolíficos en la elaboración de inscripciones conmemorativas, hasta el punto de hacer que nuestro país posea un auténtico tesoro epigráfico. Una de las inscripciones más antiguas es la que el investigador alemán Emil Hübner, sin verla, clasificó en 1869 como la CIL II
2005, y que pasa por ser, hasta la fecha, la única hallada en la Bética con referencia ex- presa a una fuente, la Fuente Santa (Valle de Abdalajís), que surgía junto a la antigua Nes- cania; aunque en la actualidad no se sabe donde está, parece que se llevó a la ciudad del Torcal hacia el año 1535. De hecho, cons- picuos investigadores antequeranos opinan que no debe andar muy lejos de los muros de alguna de las edificaciones que se levan- tan en las inmediaciones de la plaza de Santo Domingo, en Antequera, entorno donde di- cen haberla visto tanto el historiador Agus- tín Tejada Páez –antes de 1587–, como el viajero inglés Francis Carter en 1761. Tam- poco resultaría extraño hallar en cualquier lugar de la villa de los Narváez la copia que de la misma debió realizarse en 1585 para ser empotrada en el antequerano Arco de los Gigantes. La mención más antigua de la misma parece hallarse en documentos de la Biblioteca Colombina, donde la copió en 1565 Juan Fernández Franco, quien refi- riéndose a Nescania dice: «Se hallaba esta piedra junto a una fuente singular, que sana muchas y diversas enfermedades, por lo que es conocida con el nombre de Fuente Santa». La inscripción dice que tenía el si- guiente texto: «FONTI. DIVINO. ARAM L. POS- THVMIVS SATVLIVS EX VOTO D. D. D.» Según un escrito obtenido en el Ayunta- miento de Casares, hubo otra inscripción también de aquella época bajo la bóveda que cobija la surgencia de los Baños de la He- dionda, al sur de este municipio, sobre la que ni los más viejos del lugar recuerdan el texto, aunque afirmaban que fue trasladada, tras gestiones realizadas por don Blas In- fante, al Museo Arqueológico de Sevilla. Los árabes también nos dejaron su le- gado. Según el catálogo de antigüedades del Museo de la Hacienda de la Concep- ción, en él se halla un fragmento de már- mol encontrado en un manantial de agua dulce en las inmediaciones de Comares; la piedra contiene parte de algunos renglones escritos en árabe, de los cuales sólo se en- tiende el nombre de Al-Lah. De otra inscripción extraviada, del tiempo de la dominación árabe, habla Ri- vera Valenzuela, refiriéndose a la que había en la galería de acceso al manantial de la Mina, ubicado bajo uno de los pilares del Puente Nuevo de Ronda, que al parecer se efectuó hacia el año 1342. Otra piedra conmemorativa –con pér- dida historiable– se instaló en tiempos de Felipe II sobre el frontis de la fuente de la Pie- dra en el centro de la población a la que da nombre, para conmemorar el arreglo de la misma. Según Ayuda Ramos, que la vio ha- cia 1794, tenía el siguiente texto: «ESTA OBRA MANDO HACER LA CIUDAD DE ANTEQUERA 92 MANANTIALES, HISTORIA, CULTURA Y ETNOGRAFÍA Epigrafía antigua en manantiales de la provincia de Málaga Francisco Miguel Catalán Monzón COFRADÍA DE LA FUENTE SIENDO CORREGIDOR EL ILUSTRE SEÑOR DON FRANCISCO COELLO AÑO DE MDLX». También al Renacimiento corresponde otra inscripción que hoy puede verse ex- puesta en el patio del Asilo de los Ángeles (Málaga), referida a una fuente alimentada por una surgencia de índole menor que se acondicionó tras secarse el manantial prin- cipal, con el que se regaban los huertos del antiguo convento franciscano que allí exis- tió; nacimiento que originaba el arroyo de los Ángeles, citado como abastecedor de la ciudad de Málaga en la Edad Media. No resultan de menor interés las perte- necientes a la época de Felipe IV. Una de ellas, de 1628, puede verse en el frontis de la fuente de los Seis Caños (Gaucín); de es- tilo barroco andaluz, tiene una inscripción que dice: «ESTA OBRA SE Y CO I MANDO ACER EL CABILDO D ESTA BILLA ANO 1628». De 1632 data otra pieza erigida en con- memoración de la traída de las aguas del manantial de Puerto Rico hasta Marbella, que puede observarse en el extremo oriental de la fachada del Ayuntamiento de la ciudad. En la última década del siglo XVII
(1689-1692), reinando Carlos II, se llevó a cabo una reparación y ampliación del acue- ducto de la Trinidad, que traía las aguas de abastecimiento a Málaga desde los ma- nantiales de la Culebra y del Almendral del Rey, en el propio término municipal de Málaga. De esta conducción quedan dos testimonios, el primero en la alcubilla de la avenida Doctor Gálvez Ginachero (Má- laga) y otro en la alcubilla que existió hasta hace pocos años en la calle sierra de Alma- dén, que con motivo de alguna actuación viaria se trasladó al almacén municipal. Cristóbal Medina Conde, también en el Barroco, nos da a conocer otra inscripción que se situó sobre la fuente de la Reina (Málaga), que decía así: «ESTA FUENTE SE HIZO SIENDO GOVERNADOR, POLITICO, Y MI- LITAR DE LA CIUDAD DE MALAGA, EL EXCMO. SR. D. GERONIMO DE SOLIS Y GANIE CABA- LLERO DE LA ORDEN DE CALATRABA, GEN- TILHOMBRE DE CAMARA DE S.M. Y TENIENTE GENERAL DE SUS RS. EJERCITOS. AÑO DE 1732». Al Siglo de las Luces corresponden así mismo otras inscripciones. Una de ellas está colocada en el interior de otra alcubi- lla existente en el número 20 de la calle los Sauces de la capital y dice: «SIENDO ADMI- NISTRADOR DE LA ERMITA DE NUESTRA SE- ÑORA DEL SOCORRO DE BUENAVISTA, DON LEONARDO URTUSAUSTEGUI, CANONIGO DE ESTA SANTA IGLESIA DE MALAGA, HIZO ESTA OBRA Y MINA. Y SE ACABO EL AÑO DE 1742». Otra de 1780 todavía puede examinarse en la localidad de Macharaviaya, en el muro occidental de la plaza, entre la iglesia de San Jacinto y el Ayuntamiento; conmemora la traída de aguas y la construcción de una fuente, que parece funcionó hasta tiempos relativamente recientes. También al periodo de la Ilustración (1788) corresponde otra que sobre los caños de la fuente de la Jaula en Monda (siglo XVI
), declarada Bien de Interés Cultural, ilustra sa- tisfactoriamente el muro del antiguo lavadero. Tampoco desmerece otra confeccio- nada al año siguiente, que puede contem- plarse a la entrada de la población de Ji- mera de Líbar, sobre una sencilla fuente recientemente remodelada, a la que llegan las aguas del manantial de la Loma. EPIGRAFÍA ANTIGUA EN MANANTIALES DE LA PROVINCIA DE MÁLAGA 93 Página anterior, Fuente de la Piedra, en la población malagueña a que da nombre, en una imagen de 1947 de J. Temboury. [LEGADO TEMBOURY, BIBLIOTECA PROVINCIAL CÁNOVAS DEL CASTILLO, DIPUTACIÓN DE MÁLAGA] Arriba a la izquierda, detalle de inscripción y conjunto de la fuente de la Jaula (Monda, Málaga). [A. CASTILLO, J. MORÓN] Abajo, placa de 1789 en la fuente del manantial de la Loma (Jimera de Líbar, Málaga). [A. CASTILLO] Arriba a la derecha, frontis con escudos y la placa conmemorativa de la traída de aguas del manantial de Puerto Rico a Marbella (Málaga), fechada en 1632. [L. LINARES] La ciudad de Sevilla fue abastecida ya en época romana por un acueducto, cuyo re- corrido en su primer tramo estaba consti- tuido por un túnel subterráneo de captación de aguas –conocido como qanat– excavado en roca viva, que tomaba sus aguas de varios veneros localizados a unos 17 km de dis- tancia, próximos a la población que debió levantarse en las inmediaciones de la mesa de Gandul y de la actual Alcalá de Guadaíra. Las principales fuentes que lo abastecían eran las ya conocidas en época cristiana como Santa Lucía, sita en la cabecera de la captación, y la del arroyo de los Zacatines, manantial cuya corriente se conducía a tra- vés de otro qanat que conectaba con el prin- cipal, a poco más de un kilómetro de la Al- calá histórica. La elección del área para emplazar el inicio del qanat no había sido fruto de la casualidad, ya que se trataba de una zona muy rica en manantiales, que dre- naban una gran extensión del acuífero de las calcarenitas de los Alcores. De este hecho se hicieron eco escritores naturales y forasteros, al menos desde época islámica. Dicho qanat principal, conocido en época cristiana como «mina de agua», te- nía una longitud de unos 12 km, y discurría a profundidades que iban desde 15 a los 30 m. El ancho de la galería podía oscilar en- tre los 0,6 y los 2 m, y el alto de 1,5 a 3 m. El agua discurría por su lecho hasta des- embocar, gracias a un sifón, en un paraje conocido como La Red, lejos ya de la villa de Alcalá. A partir de ahí, la corriente con- tinuaba conducida por un canal superficial, que para vencer la diferencia de nivel con respecto a la situación de Sevilla, acababa elevándose en su tramo final –a lo largo de 1,5 km– varios metros por encima del suelo, conservando así la presión suficiente para repartir luego el líquido por la ciudad. La mina estaba jalonada a lo largo de todo su recorrido por una serie de pozos verticales que la comunicaban con el exte- rior, denominados lumbreras. Fueron cons- truidas a medida que avanzaba la obra de excavación, y se conservaron cerradas en la parte exterior para evitar sustracciones de agua, la contaminación de la misma o el vertido incontrolado. Su presencia permitía un rápido y cómodo acceso a la mina en toda su extensión, fundamentalmente para prevenir atascos o roturas. Estos problemas podían ocasionarse por la acumulación de cal que acarreaba el agua, desprendimientos, introducción de raíces y por mano del hom- bre, si a algún particular le interesaba blo- quear alguno de los caminos del agua. En el camino principal de la mina se cruzaban otras galerías secundarias y venas de agua que aportaban mayor caudal al tri- butado por las fuentes de Santa Lucía y de los Zacatines. Entre los emisarios caben des- tacarse el ya mencionado del Zacatín, del que parte de sus aguas fluían formando un arroyo cuyo caudal era suficiente para mo- ver cuatro molinos harineros situados en la vaguada que formaba su corto cauce, antes de desembocar en el río Guadaíra. El agua de estos emisarios sería también aprove- chada para mover los rodeznos de otros molinos, entre los que habría que resaltar por su singularidad el molino hipogeo o subterráneo de la Mina. Precisamente la confluencia de uno de estos arroyos subte- rráneos con el qanat principal de la Mina se había aprovechado para agrandar la cueva natural que allí existía, adaptándola para construir el referido molino. El agua del emisario discurría unos tres metros por encima del nivel del la corriente principal de la Mina, y su caída sobre las aguas de la Mina generaba la energía sufi- ciente para mover los rodeznos del molino. El molino y sus rodeznos se habían instalado aprovechando tanto la diferencia de alturas como la mayor amplitud de la cavidad. Se daba así un raro tipo de aprovechamiento del qanat, pues su función primordial era la de conducir el agua, evitando en lo posible contactos con el exterior, que podían apor- tar impurezas a las aguas. Este tipo de molino, que aprovecha la diferencia de cota para dar fuerza al agua, es denominado «de cubo», y se empleó con 94 MANANTIALES, HISTORIA, CULTURA Y ETNOGRAFÍA Molinos subterráneos movidos por aguas de mina (Alcalá de Guadaíra, Sevilla) Manuel Fernández Chaves UNIVERSIDAD DE SEVILLA asiduidad en lugares cuyo régimen pluvio- métrico era más bien escaso, con gran pre- dicamento en la cuenca mediterránea, y abundante presencia en la Península, siendo construidos muchos de ellos en tiempos de Al-Andalus. El caso que nos ocupa parece remontarse tan sólo al siglo XV , aunque las fuentes que nos indican tal fecha no son del todo fiables, y aún no hemos encontrado mejores testimonios. Lo cierto es que los molinos de cubo continuaron construyén- Download 2.72 Mb. Do'stlaringiz bilan baham: |
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