Aldeanueva de santa cruz
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Asociación L A F
– Zamora, 64 (Ateneo) – Teléf.:661 60 04 15. - 37002 Salamanca 14 de marzo de 2010
La joya desconocida sos y con pendiente. La ganadería es la principal actividad económica aunque también hay productos de huerta; aquí se produce una peque- ña parte de la célebre judía de Bar- co.
Nuestro camino comienza en el pue- blecito de Avellaneda situado en la parte alta del valle. Los llamados “belleguinos”, actualmente apenas 40 vecinos, viven en tres barrios separados en los que, destaca, en lo alto, su iglesia del s XVI, con portada de medio punto, torre adosada a la nave principal y un pórtico cerrado (orientado hacia el Sur) de construc- ción posterior. Hemos pasado innumerables veces por la carretera entre Piedrahita y Barco de Ávila. La carretera rodea la sierra de Peña Negra (o de Villafran- ca o de La Lastra) para, al llegar a Barco, enfilar hacia el valle del alto Tormes.
La proximidad de Barco y el hecho de que vayamos siempre pensando en otros objetivos, hace que no pres- temos atención a los carteles que nos indican varios nombres evocado- res que nos dirigen hacia las laderas de la sierra: Avellaneda, Aldeanueva de Santa Cruz y La Lastra del Cano. Hoy recorreremos esta zona para deleitarnos con caminos tradiciona- les, con los restos de un magnífico convento ahora integrados en el pueblo como no hemos visto en nin- gún otro lugar y con un recorrido aéreo, una vista de pájaro sobre las sierras y valles circundantes, tan injustamente desconocido como el propio pueblo de Aldeanueva.
Los pueblos que recorreremos están en la ladera de la sierra y
sus suelos son pobres, con afloramientos roco- nos libraremos de algún arañazo, aunque disfrutaremos de la originali- dad y el placer de pasar por un lugar agreste y desconocido. Tras la bajada del monte seguiremos un sendero que faldea hasta Hermosillo, donde ya nos estarán aguardando quienes hayan bajado por el camino directo. Si quieres saber más sobre la zona y su historia, tienes otro documento en la web (lafacendera.com) que com- plementa a este boletín.
Boletín: Javier San Sebastián Organizamos la salida Carmen Castaño Javier San Sebastián
http://www.lafacendera.com mento. Nos aguarda
un paseo entre encinas, quejigos y enebros que podremos hacer de dos formas diferentes. La primera opción es bajar por una pista que nos deja directamente y con suavidad en el pueblo, disfrutando de las vistas del valle en cada paso del camino. La segunda, continuar por la cuerda para pasar literalmente por debajo de los árboles de este bosque tan desconocido y apetecido cada vez que hemos pasado por aquí, cami- no de Gredos. Esta segunda opción es más difícil por la falta de cami- nos y lo cerrado del bosque en cier- tos puntos. Quienes la hagamos, no
En suave descenso, pasaremos junto praos, pinares, arroyos, canalizos y un estanque abandonado. Pisaremos callejas empedradas y senderos usa- dos durante siglos. Quien sea curioso podrá ver incrustada en una tapia una piedra procedente de una vieja chi- menea.
tramos es la iglesia, renovada en el s XX sobre los restos de otra del XVI. En su día se edificó utilizando restos del antiguo convento. Ya desde la entrada en el pueblo vemos un enor- me edificio que sobresale sobre todo lo demás. En efecto, cuando nos adentramos en el pueblo nos damos cuenta de que el antiguo convento de las monjas dominicas, más que ocu- par parte del pueblo, es el pueblo.
El convento fue mandado construir por el duque don Fadrique y su
prime- ra priora fue Sor María de Santo Do- mingo, la beata de Aldeanueva, una religiosa conocida, bien relacionada con la casa de Alba y con fama de santidad. Tras un periodo como lugar de estudio y recogimiento, en su máximo esplendor, llegó a albergar a más de 300 religiosas. Con este tama- ño, el convento influyó decisivamente en la economía de la zona, hasta el extremo de que el pueblo completó su nombre original “Aldeanueva” con el añadido “de las Monjas”. Posteriormen- te les debió parecer más noble cam- biarlo de nuevo por el de Aldeanueva de Santa Cruz.
Casi medio siglo después, entre los días 18 y 23 de septiembre de 1565, el convento quedó arrasado por un terrible incendio. Las monjas encontraron refu- gio en la fortaleza de la casa de Alba en Barco. Dª María Enríquez de Toledo, no sólo se hizo cargo de ellas sino que ordenó la reconstrucción del convento y le asignó rentas (cuatrocientas fanegas de trigo y 40 cántaros de aceite anua- les). Los restos que hoy podemos con- templar proceden de la segunda cons- trucción, finalizada en 1569.
El convento continuó habitado por las religiosas dominicas hasta 1866, si bien en ese momento sólo había 14 monjas, que utilizaban una pequeña parte de la edificación. El r esto había sido des- amortizado y vendido a particulares.
La maldición del fuego volvió a repetir- se en 1866 y las pocas monjas que quedaban se trasladaron a la capilla de Mosén Rubí en Ávila.
Los restos que se han conservado son sobre todo un claustro de dos alturas en origen, con arcos escarzanos y pila- res de basas góticas que se prolongan sin capitel dando una impresión de ligereza al conjunto. Se aprecian aquí y allá detalles arquitectónicos de interés, como varias puertas, ven- tanas, adornos como cruces domini- cas, figuras humanas, restos de pin- tura y estuco. En la parte exterior de lo que fue portada de la iglesia se conserva un gran escudo de los Du- ques de Alba.
Desde los 1.150 m de Aldeanueva, subiremos a los 1.438 de La Lastra del Cano. Lo primero que encontra- remos será la ermita del humilladero, también del s XVI. Seguiremos junto a huertos y praderas por el camino del Roble hasta llegar al embalse de riego, de 1.942. Callejas, a veces ya ganadas por las zarzas, un pontón para atravesar un arroyo, algún tra- mo por monte bajo y las viejas pare- des de piedra nos acompañan hasta la Lastra del Cano, con su corres- pondiente iglesia, cómo no, del s XVI.
Es curioso reseñar que, a pesar de la distancia, La Lastra y sus anexos Cardedal y La Lastrilla, junto con otros en la vertiente Sur, como la Angostura, pertenecen a la manco- munidad de Santiago de Tormes, con sede en la Aliseda.
Tras la iglesia sale la pista que nos subirá a lo alto de la sierra. Según nos acercamos a los cultivos de pi- nos, las nieves de Gredos irán apa- reciendo, destacando la blanca cum- bre del Cervunal. Cuando alcanza- mos la cuerda, el valle del alto Tor- mes se abre en una profunda fosa y nos deja ver sin obstáculos las cres- tas nevadas de la Galana y el Al- manzor. Las gargantas de Aliseda, Navamediana y Bohoyo son el fondo para un paisaje de pequeños pue- blos que siembran el valle. Sólo la vista de este paisaje ya justificaría el camino. Una gran prolongación del paseo del Balcón de Gredos, que ya recorrimos en su día, con otros in- centivos que aún nos esperan.
Por los pinares llegaremos a la cum- bre de Cabeza Pelada, donde hay una torre de vigilancia contra incen- dios. Desde aquí y hasta que nos metamos en el valle del Tormes, tendremos una visión enorme de todo el territorio. Valdecorneja, la sierra del Mirón, el monte del Caga- lutar en La Horcajada, el cerro del Berrueco, las sierras de Béjar, Bar- co, Sierra Llana y Gredos. Nada se interpone en nuestra visión.
La última parte de la excursión nos llevará en descenso hasta el pue- blo de Hermosillo, atravesando una ladera orientada hacia el sur y, por las condiciones climatológi- cas, radicalmente distinta de las que hemos visto hasta ese mo- Download 43.99 Kb. Do'stlaringiz bilan baham: |
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