La extensión del espacio sanluiseño (76.748 km2), su desarrollo latitudinal (de norte a sur), la presencia de ambientes distintos (el serrano y el de planicie), contribuye a mostrar un mosaico de ambientes bien diferenciado, sobre los cuáles las formas de vida, la economía y sus recursos llegan a ser distintos. La extensión del espacio sanluiseño (76.748 km2), su desarrollo latitudinal (de norte a sur), la presencia de ambientes distintos (el serrano y el de planicie), contribuye a mostrar un mosaico de ambientes bien diferenciado, sobre los cuáles las formas de vida, la economía y sus recursos llegan a ser distintos. Cada uno de esos ambientes naturales y humanos da lugar a regiones que facilitan el estudio del espacio. Esta regionalización propuesta consta de cuatro espacios regionales, en cuya mayoría, se pueden reconocer subespacios particulares. Los mismos pueden ser ubicados y caracterizados en el mapa que antecede.
La sierra de San Luís La sierra de San Luís La sierra es un referente indiscutible en la geografía sanluiseña: su silueta es parte indiscutible del paisaje y además, fue un hito en el proceso histórico de ocupación en estas tierras. “Cabe señalar que Renca, localizada sobre el borde oriental del macizo serrano y al borde del Conlara, fue la verdadera capital económica del territorio, mientras la ciudad se debatía entre malones y tiempos de subsistencia. Renca era el centro de acopio más importante y hacia allí se dirigían los productos tanto serranos como de un ámbito importante de la región cuyana. Lana, tejidos, minerales que luego, por el valle enfilaban hacia el norte, el Alto Perú, obligados a seguir el largo derrotero signado por la metrópoli española.” (Espinosa, 2001) La presencia de la sierra de San Luis fue desde los primeros tiempos de conquista, el escenario panorámico que acompañó la vista de los primeros colonos. Este “bastión” serrano brindó la necesaria protección frente al peligro del indígena y “es en ella o en torno a ella que se configuró el primer esquema de asentamiento”. Con sus casi 4.000 km2 es un original espacio recorrido por una densa red hídrica, compuesta de ríos y arroyos que genera todo un estilo de vida. Unidad propiamente sanluiseña, este extenso territorio de forma oval, tiene orígenes geológicos singulares: es una unidad moderna hecha sobre materiales antiguos, de origen paleozoico. Su morfología se asemeja al resto de las sierras pampeanas: “una ladera oriental extensa y de escasa pendiente, alterada –en el caso de la de San Luis- por dos niveles topográficos, uno, el más alto, propio de la penillanura rejuvenecida, y otro inferior, donde se localizan pampas de altura. Los ríos han profundizado el relieve general a medida que el conjunto sufría los movimientos de ascenso, que se resuelve en extensos y pronunciados cañadones. La falda occidental constituye un frente de falla, pronunciado y enhiesto, generándose así una estructura disimétrica de marcada pendiente hacia el occidente y una suave y escalonada hacia el oriente. Todo el conjunto ha sufrido las fracturas que obran a modo de divisoria de aguas. Desde allí, los ríos toman dos direcciones generales: norte y sureste.” (Espinosa, 2001) Desde las fracturas han aparecido conos de origen volcánico cuyos conjuntos más relevantes se localizan próximos a La Carolina, y en el borde oriental de la sierra: los Cerros del Rosario. También el Morro es parte de este conjunto de formas. Toda la región serrana presenta un aspecto rural y tranquilo cuyo espacio se reparte entre coironales cuyo tono amarillento contrasta con el tono grisáceo de las figuras pétreas de los cerros dominantes. Donde los arroyos atraviesan el terreno, los cortes profundos muestran la riqueza de los espesos suelos que se reparten entre las rocas y que aflora del conjunto granítico.
Allí, en los vallecitos labrados por los cursos de agua, se levantan las escasas viviendas rurales rodeadas de pequeños montecitos al abrigo de las temperaturas imperantes, que por lo general presentan promedios mucho más bajos que en el resto del territorio sanluiseño. Allí, en los vallecitos labrados por los cursos de agua, se levantan las escasas viviendas rurales rodeadas de pequeños montecitos al abrigo de las temperaturas imperantes, que por lo general presentan promedios mucho más bajos que en el resto del territorio sanluiseño. Hay una enorme profusión de ríos y arroyos que dan lugar a un sistema hidrográfico de escaso caudal pero muy denso. Esto es debido a que la región de la sierra de San Luis, junto al valle y la planicie oriental reúnen los más altos índices de precipitaciones de la provincia. Es una importante red hidrográfica. De todos modos el paisaje cambia gradualmente desde las planicies al centro de la sierra. Los pisos de vegetación se definen mostrando primero y en los terrenos más bajos, el denso monte xerófilo para finalmente dar lugar al estrato herbáceo que domina en las mayores alturas. Por el oeste, y labrando la acentuada pendiente de la montaña los ríos trabajan profundas quebradas donde el bosque en galería da lugar a paisajes de encanto. Tal es el caso de las entradas serranas trabajadas por ríos como el Amieva, el Nogolí y el Claro. La sierra de San Luis es un mundo tranquilo de puesteros y mineros de tradición. Una sociedad que rápidamente se pierde frente al avance del tiempo y la modernización creciente. No hace mucho el paisaje rural mostraba extensas estancias y puestos demarcados por pircas –toda una ingeniería serrana- donde viejos pirquineros practicaban la búsqueda del oro sobre los lechos poco profundos de los arroyos, en su intento de revivir la fiebre del oro que tuvo en otras épocas –siglos XVIII y XIX- momentos de auge y dinamismo. No cuenta con ciudades. Las localidades son sólo pueblos tranquilos. Dedicados a la agricultura y la minería. Ovejas y vacunos a la orilla de desolados caminos es la señal de una economía presente en la sierra asociada a la explotación de minerales. Las rocas de aplicación, especialmente el granito da lugar a canteras repartidas, muchas en torno a Potrerillos, extraen el granito de excelente calidad. Tambíen se explota cuarzo, pizarra, entre otras. Es la actividad tradicional de la región.
El noroeste seco Sobre un extenso ángulo noroeste de la provincia y localizándose entre la depresión del río Desaguadero y la sierra de San Luis, se extiende la dilatada depresión que alberga este espacio provincial. La drástica disminución de las precipitaciones, que quedaron entrampadas en el sistema serrano, hace de esta unidad la más seca del territorio. Las lluvias oscilan entre 400 y 250 mm de este a oeste y con ello se configura un espacio donde domina un monte denso xerófilo tanto arbóreo como arbustivo y donde las especies adaptadas resisten la escasa humedad y los sectores salinos. Chañares, talas y algarrobos por citar algunas especies, asociadas a piquillines y otros arbustos conforman parte de la rica diversidad de este conjunto vegetal. Hacia el noroeste es el dominio de las jarillas; la vegetación en esa dirección se torna escasa en formas y densidad. Predomina un estrato arbustivo (por ejemplo, jarillales) asociado al arbóreo. Los lechos secos de los arroyos que han dejado su caudal a pocos kilómetros de haber abandonado la sierra, sólo se llevan agua luego de las escasas tormentas que se desencadenan en el verano. Es el momento oportuno para desviar agua hacia las represas, fuente invalorable para puestos y estancias dispersos en la región. De todos modos, la presencia de agua subterránea permite que algunas empresas con capitales puedan bombear agua para asegurar cultivos y ganadería, en un proceso de inversiones nuevo del que sólo pocos participan. La estructura física de la unidad cierra en una depresión central longitudinal cuya divisoria de aguas localizada a mitad de recorrido del territorio orienta la red hidrográfica de lechos secos hacia el norte, en dirección a las Salinas Grandes, mientras que hacia el sur el sistema culmina en la Salina del Bebedero. Circuitos productivos muy distintos se yuxtaponen en el sector. Puesteros y grandes empresarios practican sus economías en un marco de aparente escasez signada por el agua. Los puesteros dan forma a una unidad económica de carácter familiar muy frecuente en la región. Ellos combinan ganadería vacuna de baja calidad, cría de cabras, leña y carbón, asociados a escasos cultivos para el consumo familiar. Pozos para el agua de uso humano y represas para el riego y los animales. Parte de la producción (vacunos sin control sanitario, cabritos, leña) se inserta en los circuitos económicos sin garantías ni control, pero aliviando la situación socioeconómica de sus participantes. Nuevos actores se suman al panorama del noroeste, además de los empresarios locales, que han practicado una ganadería de difíciles resultados, aparecen ahora nuevos inversionistas que impactan el sector con cultivos alternativos, mejoras ganaderas y tecnologías de avanzada en el manejo del agua subterránea. La minería tiene su expresión máxima en La Calera, localidad que surge como pueblo minero en torno a la extracción de cal para cemento y áridos. Su población evolucionó notablemente en el último censo, dato que consigna la importancia de la extracción del mineral. Es el único núcleo poblacional significativo en el oeste de la región.
Al este, un sector vinculado a la sierra de San Luis, es el que concentra la mayoría de los habitantes y los pueblos más significativos. Se organizan a modo de rosario –de norte a sur comandando sus propios oasis; asentados sobre los arroyos que descienden de la sierra y conformando centros de servicio con un margen de población que oscila entre los 2000 y 5000 habitantes para los más grandes: Luján, San Francisco, Quines, Candelaria. Al este, un sector vinculado a la sierra de San Luis, es el que concentra la mayoría de los habitantes y los pueblos más significativos. Se organizan a modo de rosario –de norte a sur comandando sus propios oasis; asentados sobre los arroyos que descienden de la sierra y conformando centros de servicio con un margen de población que oscila entre los 2000 y 5000 habitantes para los más grandes: Luján, San Francisco, Quines, Candelaria. A excepción de estos núcleos, mayoritarios a los mil habitantes, que crecieron con ritmo acentuado en el último censo nacional, toda la región es deficitaria en población. El censo de 1991 indicó una profunda pérdida demográfica en los departamentos que componen esta región así como para los departamentos de la sierra. Es una región de frágil ambiente. A las viejas prácticas económicas, donde la tala indiscriminada y la expansión del caprino provocaron daños severos al ecosistema, se suman ahora prácticas especulativas que ponen en serio riesgo al sector. El noroeste es un espacio valorable y que depende de severos cuidados para aprovechar sus posibilidades económicas que, por cierto, no son pocas.
El valle de Concarán El valle de Concarán Entre la sierra de Comechingones al este, y la sierra de San Luis, por el oeste, se encuentra esta unidad original que asemeja un retazo de pampa que se introduce en el ambiente serrano. Una llanura agrícola y pastoril pero que tiene ya un estilo "serrano” íntimamente ligada durante siglos a la vida y evolución de la montaña" (Gaignard, R.1966) En efecto, ocupando unos 4000 km2 de superficie y con alrededor de un centenar de kilómetros de extensión de norte a sur, esta enorme fosa geológica (graven) bien delimitada por las unidades serranas ya señaladas, advierte de la singularidad del sistema de las sierras pampeanas. A la horizontalidad de la planicie central se contraponen las formas emergentes del conjunto granítico. La entrada al valle está indicada por el gran centinela: el cerro del Morro, silueta original en la literatura geológica y que deparó más de una hipótesis sobre su aparición en superficie. De allí y hacia el norte el valle adquiere una estructura singular nada difícil de describir pero no por ello exenta de complejidad. -Este espacio semi cerrado se compone de dos frentes laterales, uno lo constituye el Comechingones, un enorme abrupto de falla, parte de "una tectónica brutal y reciente” (de origen moderno), cincelado por la densa red de arroyos que desciende y que rápidamente se insume antes de entrar en contacto con las gruesas series sedimentarias. Por el otro extremo, el occidental, el río Conlara, inevitable colector de los arroyos que descienden de la sierra de San Luis, pone límite al valle a la vez que establece contacto con el revés de cuesta de la montaña citada, que desciende gradualmente hacia el valle. En el centro de estos notables límites, está la planicie, una fosa rellena que conforma el soporte del valle, toda una planicie central cubierta de una gruesa pila de sedimentos dque van de gravosos a loésicos y, hacia el sur salpicada por serranías menores (de San Felipe, La Estanzuela, Tilisarao, Naschel) No sólo las sierras marcan la diferencia entre la sección norte y la sección sur del valle, se suman las diferencias climáticas y la vegetación. Sobre el norte el monte -un bosque seco de sotobosque espinoso- todavía gana terreno a la ganadería y a las modernas instalaciones agrícolas mientras que en el sur, la planicie se cubre de una cubierta herbácea dominante sobre la cual se reparten isletas de monte. La valoración del territorio y el poblamiento -el que actualmente alcanza alrededor de 30 a 35.000 habitantes- cobraron patrones distintos según las épocas y con la aparición del ferrocarril. Los pueblos son un dato interesante sobre la modalidad del asentamiento. La región mantuvo su pasividad casi hasta el presente; apenas "rozada por las grandes corrientes de circulación", se permitió una vida tranquila que los cambios presentes ya no le dejan continuar. No obstante en los viejos tiempos de la colonia, el ritmo del valle fue otro, cuando la dinámica circulatoria vinculaba a Cuyo y al territorio en cuestión con tierras del virreinato del Perú.
Un modelo de asentamiento periférico dominó para el valle, centrándose de este modo, localidades y población rural más densa, en los bordes de esta región: sobre el piedemonte serrano del Comechingones por un lado y el valle labrado por el río Conlara en el borde occidental. Un modelo de asentamiento periférico dominó para el valle, centrándose de este modo, localidades y población rural más densa, en los bordes de esta región: sobre el piedemonte serrano del Comechingones por un lado y el valle labrado por el río Conlara en el borde occidental. El poblamiento se desarrolló de norte a sur -esquivando la presencia del indígena-, y de este a oeste. los pueblos más antiguos del valle se encuentran en ese orden, al norte y sobre la "costa" del Comechingones. Tal es el caso de Piedra Blanca o Cortaderas. A modo general, los pueblos de la costa son anteriores a los pueblos del Conlara. Respondiendo al modelo de asentamiento propio de la región serripampeana, se acomodan en hilera, hilvanados por el camino, y recorriendo la sierra sierra. Captando los escasos suelos útiles para los cultivos y el agua de pequeños arroyos antes que se infiltren en la pila sedimentaria de la planicie del valle. Son hoy pequeñas localidades que evolucionan gracias a algunas inversiones privadas predominantemente asociadas al turismo generado desde Merlo. Si bien históricas, su prosperidad había muerto con la aparición del ferrocarril, hacia fines del siglo XIX. La línea férrea se localizó sobre el borde occidental, a lo largo del Conlara. Fue así que los pueblos de ese margen evolucionaron y crecieron desproporcionadamente y, hacia ellos, se produjo un proceso migratorio que fue definitivo. Hoy son los "pueblos" más grandes de la pampa interserrana: Santa Rosa, Concarán, Tilisarao, Naschel y La Toma. Asentados en su mayoría sobre el borde del Conlara, funcionaron, gracias al ferrocarril, como centros acopiadores de la producción serrana y núcleos de servicio para el área bajo riego. El turismo es un fenómeno de profunda transformación del espacio, en particular en el corredor del Comechingones, incorporando infraestructura que lo favorece (pavimento, embalses) a lo que se suman los servicios de capitales particulares (hotelería, campings, balnarios)
La planicie meridional La planicie meridional El sur de San Luis presenta un paisaje nuevo y muy particular. Es el resultado del encuentro entre el medio físico de las planicies, “un verdadero retazo pampeano” (Zamorano, M. 1989) y de una ocupación humana tardía. Con excepción del norte de la región, estrechamente vinculada a las sierras y a la ciudad de San Luis (con cuatro siglos de existencia), y donde la actividad agropecuaria se remonta a la práctica de las primeras vaquerías, el resto, una vasta y dilatada llanura, corresponde a un modelado nuevo por parte del hombre. Es la de mayor superficie de las regiones sanlusieñas. Con mayor nivel de resolución, se pueden identificar tres grandes ambientes en la región: al norte, el conjunto de la planicie pedemontana y la llanura mercedina; al este, un espacio más proclive a las precipitaciones y en donde la provincia fitogeográfica bonaerense introduce una estepa herbácea conveniente a la ganadería; finalmente, hacia el oeste de la región, un espacio de monte en donde la sequedad aumenta en dirección a la depresión del río Desaguadero. Allí el monte más abierto y asociado a especies arbustivas da lugar a estancias más grandes y numerosos puestos a la vez que gradualmente disminuye la capacidad ganadera debido a las dificultades del medio. La primera unidad se encuentra estrechamente asociada a la vida serrana con la cual mantuvo permanentes contactos y es en donde se asienta el corredor urbano industrial que articula a las ciudades más grandes de la provincia: San Luis y Villa Mercedes, a las que se suma otro centro importante, otrora significativo en el rol ferroviario: Justo Daract. Entre la vieja práctica agropecuaria en el sector que ha transformado profundamente la cubierta vegetal a medida que la organización rural cobraba forma y el impacto de la radicación industrial que tuvo lugar en la década del ochenta, con los asentamientos fabriles y la expansión de los centros urbanos, el espacio verdadero motor de la vida provincial, conforma hoy un eje urbano industrial sobre un corredor bioceánico de primer nivel. La ganadería se asocia al secano, con predominio de maíz, sorgo y oleaginosas, entre otras. Los campos dan lugar a importantes estancias y a una destacada cuenca lechera que sirve a las necesidades de la sociedad urbana.
El este es más húmedo y las condiciones de fertilidad de los suelos aumentan. La organización ganadera se desarrolla en estancias donde la unidad promedio es de 10.000 a 20.000 ha. Los planteles de ganado son de elevada calidad y constituye una zona de cría significativa donde, además de las razas tradicionales, se implantan nuevas en búsqueda de nuevas experiencias en el sector (trasplante de embrión, adecuación a cabañas, etc.) Por el contrario, los asentamientos conforman en el sector una débil red de pueblos que no alcanzan mayor desarrollo. De tradición ganadera, hoy la agricultura de secano, con nuevas tecnologías y la industria generada en los polos económicos de Villa Mercedes y San Luis la superan en producción. Al sur de Villa Mercedes, ciudad a la que el sur estuvo fuertemente vinculado antes del desarrollo de nuevas vías pavimentadas, las localidades son el resultado del ferrocarril. La cabecera departamental de Gobernador Dupuy apenas alcanza los dos mil habitantes: Buena Esperanza. Los pueblos, pequeños y encerrados entre las grandes y vigorosas unidades de explotación cubren servicios mínimos y carecen de verdaderas áreas de influencia. En esa quietud dominante, los pocos lazos provienen de relaciones interprovinciales. Sólo dos ciudades cuentan con rango de cabecera: San Luis, en el norte de la región y Buena Esperanza. Tiempos difíciles y una actividad -ganadería- que no genera fuentes de trabajo, provocó la emigración , una constante en décadas, esto hizo que muchos sanluiseños se radicaran en La Pampa o el sur de Mendoza, donde formaron familias. De este modo, las relaciones de parentesco se acentúan entre los pueblos sureños de San Luis y los de La Pampa, al punto que, tanto los intercambios comerciales, culturales y de otra índole, se desarrollan con más fuerza entre ellos que con el resto de la propia provincia. Hacia el oeste, y sólo en Gobernador Dupuy, la red pueblos se mantiene con escasos habitantes (apenas unas decenas de pobladores ocupando caseríos de otros tiempos, que comparten el espacio con el avance de la modernización a través de la obra pública (acueducto, pavimento, algunos barrios) y por medio de la inversión privada, la cual se entusiasma con algunos años buenos en lluvias. Sólo Unión alcanza un nivel demográfico significativo, el resto es un enorme desierto. Los acueductos llevan importante caudal de agua a las estancias, ya que salvo las lagunas localizadas en propiedades particulares en el este de la región, no existen embalses para proveer el líquido elemento a nivel superficial
Espinosa, Diego O (2001) San Luis. Desde travesía hasta territorio de encrucijada, en Anales de la Academia Nacional de Geografía, n°25, Buenos Aires. Espinosa, Diego O (2001) San Luis. Desde travesía hasta territorio de encrucijada, en Anales de la Academia Nacional de Geografía, n°25, Buenos Aires. Fernández, M.; Espinosa, D.O. y Oliveira, Mónica A. (2008), San Luis. Escanario y protagonistas, en Cuadernillo de Capacitación. Curso Supervisores, Región Educativa 1, FISAL, Gobierno de la Provincia de San Luis. Arroyo, Justo Jorge, Oliveira, M. A. y Espinosa, Diego O. (2009)San Luis. Economía y circuitos en un ambiente diferenciado de la región de Cuyo. El caso de la minería, en Red Andina de Universidades. UCCuyo.
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