El impacto de la hispania romana en la economía del imperio romano
Download 248.65 Kb. Pdf ko'rish
|
- Bu sahifa navigatsiya:
- ROMANO Director: José María Blázquez
- Minas de oro
- CANALES
Explotaciones de las minas de Hispania por Roma durante el Imperio Romano (Conferencia II)
Se conocen bien las explotaciones en Hispania durante la época imperial, gracias a los datos que suministra Plinio el Viejo 1 en su Historia Natural . Plinio fue procurador de la Provincia Tarraconense en el año 74, y manejó los archivos fiscales; por esta razón, indica cifras sobre el rendimiento de algunas minas hispanas. Plinio el Viejo había nacido en Comum (Como) en el año 23/24, y murió en el 79, con ocasión de la erupción del Vesubio. Fue militar, gobernador y escritor. Mandó la flota del Cabo Miseno en la bahía de Nápoles. Fue un trabajador nato. Se conserva la
, donde afirma haber leído dos mil libros, y dio veinte mil datos concretos. La primera mención de Plinio ( NH .13.16) a las minas hispanas, es una generalización sobe su riqueza minera: Casi toda Hispania, escribe, abunda en yacimientos de oro, plomo, hierro, cobre, plata y oro. Esta abundancia no se daba en ninguna parte del mundo.
Menciona (
.16.66) las pepitas de oro del río Tajo 2 . La abundancia de oro queda bien patente en la corona de oro procedente de la Hispania Citerior, que pesaba 7.000 libras de oro (NH.33.54), y que llevó el emperador Claudio cuando celebró su triunfo sobre Britannia. Otro indicio de la abundancia de oro en Hispania dado por Plinio (NH-33-39), es que los hombres, en Celtiberia, llevaban brazaletes de oro llamados
La región más rica en oro de toda Hispania, explotada intensamente en época imperial, era todo el noroeste hispano, al que Plinio presta especial atención. Plinio recuerda todas las palabras técnicas, como ya se indicó.
1 A. García y Bellido, La España del siglo primero de Nuestra Era según P. Mela y Plinio, Madrid 1947; A. Corso, R. Mugellasi, G. Rosati, Plinio. Storia Naturale, Turín, 1988. 2 J. Fernández Nieto, “Aurifer Tagus”, Zephyrus 21-22, 1971-1972, 245-259.
Según Plinio 3 ( NH 33.62), las bolitas pequeñas de oro se llamaban baluca, balux y también strigae, y las de 10 libras o más, palaga o palacurna. Plinio, al aludir a las minas de oro del NO, recuerda otros tecnicismos mineros no citados por Estrabón, como striges (
33.62), pequeñas masas de oro puro nativo; segutilum (
33.67), material que indica la presencia del metal. Se encontraba en las tierras áridas y estériles de Hispania. Se trata de un lecho de arena que se lava, y de los sedimentos se obtiene la congetura. A veces, la congetura se obtiene enseguida, como sucedió en Dalmatia en tiempos de Nerón; agoga (
33.76), fosa por la que corre el torrente de agua que conduce la tierra al mar, volviendo la montaña fracturada; talutium ( NH 33.67), indicio del oro en superficie; arrugia (
33.74), de donde se obtiene oro que no se funde, era ya oro; corrugus (
33.74), canales por los que circula el agua, desde la cumbre
3
Legio VII Gemina, León, 1970, 253-286. Id., “Les explótations aurifères du Nord-Ouest de la Péninsule Ibérique sous la domination romaine”, La Minería Hispana e Iberoamericana, León, 1970, 151-193; Id., “A propose de Plinie: Naturalis Historia 33, 66-78. Et pour ilustrer sa description des mines d’or romaines de L’Espagne”, AEArq 45-47, 1972-1974, 499-548; Id., “La mise en valeur des gisements d’alluvions auriféres du Nord-Ouest de L’Espagne dans l’Antiquité: une technique d’explotations romaine”, XIVCNA,
Oviedo, 1983, 67-87; F.J. Sánchez Palencia et alii, La zona arqueológica de Las Médulas. León, Salamanca, 1996; M.D. Fernández Posse, F.J. Sánchez Palencia, La Corona y el Castro de Corporales II.
Ridruejo, J. Vélez González, Contribución al estudio de la minería primitiva del oro en el noroeste de España, Madrid, 1974; AA.VV., Las Médulas, Madrid, 2009. En general: J.M. Blázquez, Economía de la Hispania Romana, Bilbao 1978, 349-357, 409-419; Id., Historia económica de la Hispania Romana, Madrid, 1978, 85-98, 144-156; Id., Historia de España.
explotaciones mineras de la Hispania Romana”, La minería hispana e hispanorromana, León, 1979, 117- 150; Id., “La provincia de León en la Antigüedad: epigrafía y minería”, Acto Académico de Investidura
Historia Natural de Plinio”, Homenaje al prof. J. Fortea, Oviedo. En prensa; “Las explotaciones mineras en la España romana”, J.M. Blázquez (coord.), Historia económica de España en la Antigüedad, Madrid, 2011, 158-191.
de las montañas, para lavar los detritos; urium ( NH 33.75), sedimento terroso de agua; galena (
33.95), plata mezclada con plomo; crudaria ( NH 33.98), vena de plata encontrada en superficie; stimi (
33.101), espuma de piedra, blanca y brillante, pero no translúcida. Otros la llaman stibi, algunos alabastro, y otros larbasi. Estas palabras indígenas, el gran hispanista A. Schulten, las cree originales de Hispania, lo que no es verdad. Plinio distingue tres técnicas minera en uso en su tiempo: el lavado de las arenas (
33.68), la explotación de los filones mediante pozos y galerías ( NH
33.67), y la ruina montium , para la que se utilizaba la fuerza del agua en un terreno previamente horadado, técnica esta última que, según el naturalista italiano, se empleaba mucho en las explotaciones auríferas del noroeste. Plinio describe estas técnicas de obtener el oro. En el primer método se lavaba la arena, y de los sedimentos se obtenía un resto. A las montañas de España, antes estériles y que no producían nada, se les fuerza a ser fecundas por la producción de oro. El oro que se obtiene de pozos se llama canalicio o canaliense. El agua corría por los canales. Pilones de madera sostenían el terreno. El material era machacado, lavado, quemado y triturado. El polvo producido por este mortero se llama sendes . En el caso del oro, las escorias eran machacadas y cocidas una segunda vez. La cocción se hacía en
semejante a la arcilla. Ninguna otra tierra soportaba el viento, el fuego y el material ardiente. El tercer procedimiento lo describe en los siguientes términos (
33.70-77): El tercer método de obtener oro casi parece superar las empresas de los Gigantes. Con galerías trazadas a gran distancia se excavan las montañas a la luz de las lámparas, que sirven como medidas de los turnos de trabajo, ya que durante muchos meses
no se ve la luz del día. A este tipo de explotación se llama arrugiae . De repente se abrían grietas que machacaban a los operarios, de modo que parece menos temerario andar a buscar perlas y púrpura en el fondo del mar ¡más peligrosas hemos hecho a las tierras!. Por este motivo, a intervalos, se dejan arcos con frecuencia para sostener las montañas. En los dos tipos de explotaciones mineras (el de pozos) se encuentran bloques de rocas que se rompen con fuego y vinagre. Frecuentemente, este procedimiento hacía la galería irrespirable, por el vapor y por el humo. Se prefería triturar la roca con mazos de hierro de 150 libras de peso. Se sacaban los trozos de roca a la espalda, día y noche, pasándolos cada uno a su vecino en la oscuridad. Sólo los últimos de la cadena veían la luz. Si el bloque de roca era muy grande, el minero sigue al lado y lo rodea. Todo el trabajo en la roca se consideraba relativamente fácil. Existía una calidad de tierra, una especie de arcilla mezclada con cascajo, llamada
, que era casi irrompible. La atacaban con cuñas de hierro y con las mismas mazas ya citadas. Nada hay más duro. Lo más duro es el hambre de oro. Terminado el trabajo, destruyen los arcos comenzando por el último. El derrumbe se anunciaba con una señal que sólo percibía el hombre de guardia, colocado en la cima de la montaña; con la voz y con gestos daba órdenes de llamar a los mineros, y todos juntos corrían abajo. La montaña se descuartizaba y derrumbaba, desparramándose con un ruido que la imaginación humana no podía concebir, y al mismo tiempo, con un soplo de aire de una increíble fuerza. Los mineros observaban victoriosos el derrumbe de la naturaleza.
Todavía no se consigue el oro, ni los mineros sabían si había oro cuando excavaban. Con grandes peligros y costes, les bastaba la esperanza de encontrar lo que deseaban. Otro trabajo de mayor gasto consistía en lavar estos detritos, encauzando hacia abajo de la montaña ríos de agua desde la cima, a una distancia de más de 100 millas. Estos canales se llamaban corrugi , derivado de conrivatio , confluencia de canales, según opina Plinio. Los trabajos eran mil. Era necesario que la pendiente fuese pronunciada, de tal modo que el agua, más que fluir, se despeñe. Por esta razón se hacía correr hacia abajo desde las zonas más altas. Las gargantas y los barrancos se unían mediante canales. Por otra parte, se tallaban rocas inaccesibles, forzándolas con maderos clavados a presentar un espacio. El minero que cortaba la roca estaba colgado con cuerdas; al mirar de lejos, parecía que se veía, no animales salvajes, sino pájaros. Estando colgados, los mineros determinaban el nivel del agua y trazaban el recorrido. Donde no había espacio para que un hombre pudiera poner sus pies, por allí el minero hacía pasar los ríos. El lavado era difícil, pues al correr, el agua arrastra fango. Este tipo de sedimento terroso se llama
. A la cabeza de la cascada, en la cumbre de la montaña, se excavan piscinas de 200 pies de longitud y 10 de profundidad. En cada una de ellas se dejaban cinco canales de desagüe, de cerca de 3 pies cuadrados, de modo que, una vez llena la piscina, se saltaban los diques y el torrente de agua salía con tanta violencia que reventaba los bloques de roca. Aún se hacía otro trabajo en la llanura. Se excavaban fosas, llamadas
, por donde pudiera correr el torrente de agua. De trecho en trecho se colocaban brezos, que son un arbusto
parecido al romero; siendo áspero retenía el agua. Los lados de los canales estaban tapados con tablas. La tierra, deslizándose, iba hasta el mar. La montaña, fragmentada, se deshacía. De este modo Hispania, en la actualidad, ha hecho retroceder lejos el mar. El material se extrae con grandes fatigas con el primer procedimiento, para no obstruir los pozos. Mediante otro procedimiento es transportado fuera del agua. El oro hallado en una
es oro puro y no fundido. Se encontraban de este modo pepitas, también en los pozos, que superaban hasta 10 libras de peso. Algunos las llamaban palagae y otros palacurnae , y al grano de oro, balux . El brezo secose quema, y la ceniza se lavaba en un lecho de hierbas, de modo que el oro se depositaba allí.
Hasta aquí es la descripción de Plinio. Algunos ejemplos explican bien los procedimientos de extraer el oro. En la mina dos Mouros, en Tres Minas (Portugal) y en Asturias, se ha hallado una gran cantidad de morteros de granito porfírico muy resistentes, en los cuales, con un pilón aún más duro, se trituraban los fragmentos de cuarzo aurífero; un procedimiento parecido se seguía en la mina de Barbantes. En la mina dos Mouros y en la de Valongo, ambas en Portugal, en Barbantes, y seguramente en Pozo Limidoiro, Brandomil (La Coruña), se utilizaron para la extracción del mineral, pozos, galerías, bajadas y tajos; pero este procedimiento fue raro, pues se aplicaba cuando la concentración de oro era grande y se justificaba un trabajo tan duro y prolongado. Para el hundimiento de la roca se empleaba el fuego y picos de hierro –encontrados en la mina dos Mouros–. El oro obtenido por este procedimiento se llamaba, según Plinio,
o canalicium . El oro en estado libre se podía obtener mediante trituración, lavado y quizá amalagamación. El oro asociado a sulfuros se obtenía por un tratamiento más complejo de tostado, fusión y copelación. Como en Jales
(Portugal), donde han aparecido hornos de tostar. El mineral y las escorias contenían una gran cantidad de oro, plata y plomo metálico. La técnica de la arrugia o
ruina montium se aplicaba en los depósitos de aluviones, como en El Bierzo y en El Teleno. Una explotación minera de gran envergadura es la de Sierra de Caurel, en la provincia de Lugo, que se desarrolló en tres momentos: en la Edad del Bronce –en la que la población habitaba en cuevas–, durante la cultura castreña prerromana y en época romana. En este último período, las fortalezas construidas se superponen a los asentamientos castreños preexistentes. La Sierra de Caurel, al igual que la Sierra de Teleno y que los montes de Cabrera, en las cercanías de Asturica Augusta , están cubiertos de nieve gran parte del año y en las laderas se detectan los canales de la traída del agua, utilizados en la extracción y arrastre del mineral, lo que indica que sólo se trabajaba en las explotaciones auríferas durante el buen tiempo, empleando una gran concentración de mineros temporeros. La explotación de los yacimientos auríferos del Valle del Lor y la construcción de un sistema de calzadas secundarias, que empalman con la vía XVIII en función de las minas, hacen que la riqueza minera no repercutiera para nada en la vida económica y social de la población indígena. La explotación de las minas del Caurel comenzaría en el último cuarto del s. I y duraría todo el s. II. Las explotaciones auríferas en las cuencas de los ríos Eria y Cabrera y Sierra del Teleno, tuvieron un ordenado y progresivo desarrollo, desde los yacimientos aluviales de los valles hasta los primarios de la alta montaña. En función de las explotaciones auríferas se encuentran los asentamientos de carácter castreño, como los castros de Truchas y Corporales en la Valdería, o los de la Valduerna. En la zona estaban acuarteladas tropas militares, que proporcionarían el
personal técnico para el trazado y el mantenimiento de los canales. Una vía secundaria comunicaba las vías XVII y XVIII del itinerario de Antonino. Esta vía arrancaría de la XVII a la altura de los campamentos de Castrocalbón, en la cuenca del Eria. Es probable que estos campamentos fueran los cuarteles de invierno de las tropas desplazadas en la Valdería y en la Valduerna, la
y
cohors I gallica , durante el s. II. Mientras el Ala II Flavia estaría estacionada en el campamento de Rosinos de Vidriales. R. Matías Rodríguez 4 ha estudiado los canales de Las Médulas, que son los siguientes:
principales en la vertiente sur de los montes Aquilianos (red meridional-460 km) + 2 canales auxiliares C-0 45 km (Captación: río en Odollo) C-1 95 km (Captación: río Cabrera en Encinedo) C-2 35 km (Captación: Arroyo Valdecorrales) C-3 143 km (Captación: río Cabrera en La Baña) C-3a 10 km (Subsidiario del C-3 desde el Arroyo de Rozana) C-3b 10 km (Subsidiario del C-3 desde el Arroyo de Rozana) C-4 81 km (Captación: río Eria en Corporales) C-5 41 km (Captación: Arroyo de la Sierra en Odollo) TOTAL TRAZADO: 603 km. El sistema de construcción de estos canales está descrito en los párrafos antes citados (NH 33.74-75). Todos los canales de Las Médulas fueron excavados mediante herramientas manuales de hierro, desde las zonas de captación del agua. El agua se captaba en las presas de los ríos mediante presas de
4 “La red hidráulica de Las Médulas: una excepcional obra de la ingeniería romana”, Las Médulas, 177- 213.
derivación. Los canales discurrían, generalmente, por terrenos rocosos y muy escarpados, con pendientes de laderas superiores, por lo general a 15-20º, lo que obligó a efectuar continuos y cuidadosos aterrazamientos, mediante bancales de mampostería en seco para asentar el muro de cierre del borde exterior, que constituye un corredor de servicio para el mantenimiento de los canales. Un gran inconveniente a salvar en la construcción de los canales, fueron que los numerosos crestones de cuarcita, por su dureza. En los lugares por donde era inevitable, se perforaban túneles cortos. Para perforar la cuarcita se usaban, alternativamente, agua y fuego. La perforación era muy dura de hacer. La mayor concentración de obras subterráneas se localiza en Las Llamas de Cabreras, principalmente en el Valle Airoso y en la Ermita de la Virgen del Valle, donde se han localizado seis túneles cortos, y tres aún están inéditos, que se sumaron a los ya documentados, tres, a los que hay que añadir otros cuatros en torno a Pombriego y Santalavilla. La construcción de la red hidráulica de Las Médulas, mediante trabajo humano, llega a 1,75 millones de m 3 de materiales rocosos utilizados, o directamente excavados. El recorrido total era de 600.000 m. La explotación de Las Médulas es la mayor y la más perfeccionada de la Antigüedad, y la fuente más importante de oro del Imperio Romano. Los cotos de oro eran numerosos e importantes entre los astures de la actual provincia de León. Baste echar una ojeada a los mapas y catálogos confeccionados por F.J. Sánchez Palencia: Cuencas del río Eria (Fig. 1); del Duerna (Fig. 2); de la Sierra del Teleno (Fig. 3); de los ríos Turienzo y Jerga (Fig. 4); del Tuerto (Fig. 5); del Orbigo (Figs. 6 y 6bis); del Boeza (Figs 7, 7bis); de los ríos Burbia y Cua (Fig. 8); del alto Sil (Fig. 9); del Cabrera (Fig. 10); y del medio Sil (Fig. 11).
Estos cotos mineros de oro empezaron a explotarse desde Augusto. El historiador romano Floro (II, 33, 60), contemporáneo de Trajano, escribió con frase lapidaria: “la región era rica en oro, malaquita, minio (este dato no es cierto) y abundante en otros productos. En consecuencia, ordenó Augusto que se explotase el suelo. Así, los astures, esforzándose en excavar la tierra para el provecho de otros, empezaron a conocer sus recursos y riquezas”. La confirmación arqueológica de que las minas se explotaban desde Augusto, son las monedas aparecidas en ellas, catalogadas por C. Domergue, como las de Bilbilis y de Calagurris, de Augusto y de Tiberio respectivamente, aparecidas en las minas de Duerna y de Tienzo (León); de Claudio, en Tres Minas (Portugal), y en Navelgas (Oviedo); de Hadriano, en Sabre y Navelgas (Oviedo); terra sigillata itálica en Valongo (Portugal) y gallo-romana e hispana en Valongo, Jales, Tres Minas y Santa Colomba de Somoza (León); sigillata hispánica en Salave, Las Médulas y Turienzo. El poeta Silio Itálico (21-101) en su poema dedicado a las Guerras Púnicas , (I,
231-232), siguiendo al poeta hispano Lucano, muerto en el año 65, en su poema
Farsalia (IV. 297-298), afirma que el astur mantiene el primer puesto en la explotación minera, sobre todo el oro. Las únicas minas que podían competir con las hispanas eran las de Dacia, conquistada por Trajano y sujetas al Imperio hasta Aureliano (270-275).
Fig. 1. Yacimientos del río Eria
Fig. 2. Yacimientos del río Duerna
Fig. 3. Yacimientos auríferos de la Sierra del Teleno
Fig. 4. Yacimientos auríferos de los ríos Turienzo y Jerga
Fig. 5. Yacimientos auríferos de la cuenca alta del Tuerto
Fig. 6. Yacimientos auríferos de la cuenca alta del Órbigo
Fig. 6 bis. Yacimientos auríferos de la cuenca alta del Órbigo
Fig. 7. Yacimientos acuíferos de la cuenca del Boeza
Fig. 7 bis. Yacimientos acuíferos de la cuenca del Boeza
Fig. 8. Yacimientos acuíferos de la cuenca del Burbia y del Cúa
Fig. 9. Yacimientos acuíferos de la cuenca del Alto Sil
Fig. 10. Yacimientos acuíferos de la cuenca del Cabrera
Fig. 11. Yacimientos acuíferos de la cuenca media del Sil
Download 248.65 Kb. Do'stlaringiz bilan baham: |
ma'muriyatiga murojaat qiling