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eBook. ENSEÑANZAS EXTRAORDINARIAS DE KRISHNAMURTI.303
Pregunta: Dice usted que los gurús o guías espirituales son innecesarios, pero, ¿cómo puedo yo encontrar la verdad sin la sabia guía y ayuda que sólo un gurú puede darme? Krishnamurti: Se trata de saber si un gurú es necesario o no. ¿Puede hallarse la verdad por medio de otro? Algunos dicen que sí se puede, y otros dicen que no. Pero nosotros queremos saber la verdad, no mi opinión en contraste con la de otro. En este asunto yo no tengo opinión. O es así, o no lo es. Que sea esencial el que tengáis o no un gurú, no es cuestión de opinión. La verdad de este asunto no depende de opiniones, por
profundas, eruditas, populares o universales que sean. Lo cierto es que hay que descubrir la verdad de este asunto. En primer lugar, ¿por qué queremos un gurú? Decimos que necesitamos un gurú porque estamos confusos, y él nos resulta
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beneficioso: nos indicará lo que es la verdad, nos ayudará a comprender, sabe mucho más acerca de la vida que nosotros, actuará como un padre, como un maestro para enseñamos a vivir; posee vasta experiencia, y nosotros muy poca; nos ayudará gracias a su mayor experiencia, y así sucesivamente. Es decir, fundamentalmente recurrís a un instructor porque estáis confusos. Si tuvieseis las ideas claras no os aproximaríais a un gurú. Es evidente que, si fuerais completamente felices, si no hubiera problemas, si comprendieseis la vida de un modo total, no recurriríais a ningún gurú. Espero que veáis lo importante que es esto. Como estáis confusos, buscáis un instructor. Acudís a él para que os muestre un camino en la vida, para que disipe vuestra confusión, para hallar la verdad. Elegís a vuestro gurú porque estáis confusos, y esperáis que él os dé lo que pedís. Es decir, elegís un gurú que satisfaga vuestro deseo; elegís de acuerdo con la satisfacción que él os puede brindar y vuestra elección depende de vuestra satisfacción. No elegís un gurú que os diga "depended de vosotros mismos"; lo elegís según vuestros prejuicios. Y puesto que elegís vuestro gurú de acuerdo con la satisfacción que os brinda, no buscáis la verdad sino una salida de la confusión; y a la salida de la confusión se la llama equivocadamente "verdad". Examinemos primero esta idea de que un gurú puede aclarar nuestra confusión. ¿Puede alguien aclarar nuestra confusión? La confusión es el producto de nuestras reacciones. Nosotros la hemos creado. ¿Creéis que alguien diferente ha causado este sufrimiento, esta batalla en todos los niveles de nuestra existencia, tanto interna como externamente? Más bien es el resultado de nuestra falta de conocimiento de nosotros mismos. Como no nos comprendemos a nosotros mismos, como no comprendemos nuestros conflictos, nuestras reacciones, nuestras miserias, recurrimos a un gurú, el cual, según creemos, nos ayudará a libramos de esta confusión. Sólo podemos comprendemos a nosotros mismos en relación con el presente; y esta relación con el presente es en sí misma el gurú, no alguien de fuera. Si no comprendo esta relación, cualquier cosa que un gurú diga es inútil, porque si no comprendo la vida de relación ―mi relación con la Propiedad, la gente, las ideas―, ¿quién puede resolver el conflicto dentro de mí? Para resolver 23
este conflicto debo comprenderlo Yo mismo, lo cual significa que debo comprenderme a mí mismo en las relaciones. Para comprender, no es necesario ningún gurú. Si no me conozco a mí mismo, ¿para qué sirve un gurú? De la misma manera que los confusos eligen a un dirigente político, con lo cual estamos ante una elección llena de confusión, así yo también elijo a un gurú. Sólo puedo elegirlo como corresponde a mi confusión; de ahí que, como el dirigente político, el gurú también esté confuso. Lo importante no es quién está en lo cierto, si yo o los que dicen que un gurú es necesario, sino el descubrir por qué necesitáis un gurú. Los gurús ejercen diversos tipos de explotación, pero esto no viene al caso. Os brinda satisfacción que alguien os diga cuánto estáis progresando, pero la clave está en descubrir por qué necesitáis un gurú. Cualquiera puede señalar el camino; pero vosotros tenéis que hacer todo el trabajo, aun cuando tengáis un gurú. Como no queréis enfrentaros con eso, descargaréis en el gurú la responsabilidad. El gurú se vuelve inútil cuando existe un poco de conocimiento de sí mismo. Ningún gurú, ningún libro ni escritura puede daros ese conocimiento; llega cuando os dais cuenta de vosotros mismos en vuestras relaciones. Ser es estar relacionado; no comprender vuestras relaciones es sufrimiento y lucha. Una de las causas de confusión es no daros cuenta de vuestra relación con la propiedad. Si no conocéis vuestra verdadera relación con los bienes, por fuerza tiene que haber conflicto, lo cual acrecienta el conflicto en la sociedad. Si no comprendéis la relación entre vosotros y vuestra esposa, entre vosotros y vuestro hijo, ¿cómo puede otra persona resolver el conflicto que surge de esa relación? Algo análogo ocurre tratándose de nuestra relación con las ideas, las creencias y los demás. Al estar confusos en vuestra relación con las personas, con los bienes, con las ideas, buscáis un gurú. Si es un verdadero gurú, os dirá que os comprendáis a vosotros mismos. Vosotros sois la fuente de todo malentendido y confusión, y sólo podréis resolver ese conflicto cuando os comprendáis a vosotros mismos en la vida de relación. No podéis hallar la verdad por medio de nadie. ¿Cómo podríais? La verdad no es algo estático; no tiene morada fija; ni un fin, ni una meta. Por el contrario, es vida, dinámica, alerta, vital. ¿Cómo podría ser un fin? Si la verdad fuera un punto fijo, 24
ya no sería la verdad; sería entonces una mera opinión. La verdad es lo desconocido, y una mente que busca la verdad jamás la encontrará, porque la mente está formada por lo conocido; es el resultado del pasado, del tiempo, algo que podéis observar vosotros mismos. La mente es el instrumento de lo conocido, y de ahí que no pueda hallar lo desconocido; sólo puede moverse de lo conocido a lo conocido. Cuando la mente busca la verdad, la verdad leída en libros, esa "verdad" es auto proyectada, pues entonces la mente sólo anda en busca de lo conocido, de algo conocido más satisfactorio que lo anterior. Cuando la mente busca la verdad, lo que busca es una proyección de sí misma, no la verdad. Un ideal, después de todo, es auto proyectado, es ficticio e irreal. Lo real es aquello que es, no lo opuesto. Pero una mente que busca la realidad o Dios, busca lo conocido. Cuando pensáis en Dios, vuestro Dios es la proyección de vuestra propia concepción, el resultado de influencias sociales. Sólo podéis pensar en lo conocido; no podéis pensar en lo desconocido, no podéis concentraros en la verdad. En el momento en que pensáis en lo desconocido, ya es simplemente lo conocido, una proyección de "mí mismo". No se puede pensar en Dios o en la verdad. Si pensáis en ellos, no es la verdad. Sólo podéis ir en pos de lo que es conocido. Cuando la mente no está torturada por lo conocido, o por los efectos de lo conocido, sólo entonces puede revelarse la verdad. La verdad está en cada hoja, en cada lágrima; ha de ser captada de instante en instante. Nadie puede conduciros a la verdad; y si alguien os conduce, sólo puede ser a lo conocido. La verdad sólo puede venir a la mente que está vacía de lo conocido. Llega en un estado en el que lo conocido está ausente, no actúa. La mente es el almacén de lo conocido, el residuo de lo conocido; y para que la mente se halle en ese estado en que lo desconocido se manifiesta, debe darse cuenta de sí misma, de sus experiencias anteriores, tanto conscientes como inconscientes, de sus respuestas, reacciones y estructura. Cuando hay un completo conocimiento de sí mismo, entonces lo conocido tiene fin y la mente queda vacía de todo lo conocido. Sólo entonces la verdad puede llegar a vosotros, sin que la invitéis. La verdad no nos pertenece ni a vosotros ni a mí. No podéis rendirle culto. En cuanto es conocida, es irreal. El símbolo no es la realidad, la imagen no es lo real; mas cuando hay 25
comprensión de uno mismo, cesación del "yo", entonces surge lo eterno. Fuente: J. krishnamurti. L A LIBERTAD PRIMERA Y ÚLTIMA (Kairós, abril 2003) RENDIRSE A LO QUE ES por J. Krishnamurti Pregunta : ¿Cuál es la diferencia entre someterse a la voluntad de Dios y lo que usted dice acerca de la aceptación de "lo que es"? Krishnamurti: Sin duda hay una gran diferencia, ¿verdad? Someterse a la voluntad de Dios significa que ya conocéis su voluntad. No os sometéis a algo que no conocéis. Si conocierais la voluntad de Dios, no podríais rendiros a ella, porque dejaríais de existir; no hay sometimiento a una voluntad superior. Si os sometéis a una voluntad superior, entonces esa voluntad es la proyección de vosotros mismos, pues la verdad no puede ser conocida a través del conocimiento, surge tan sólo cuando lo conocido deja de ser. Lo conocido es una creación de la mente, porque el pensamiento es el resultado de lo conocido, del pasado, y el pensamiento sólo puede crear lo que conoce; por lo tanto, lo conocido no es lo eterno. Por eso cuando os sometéis a la voluntad de Dios, os sometéis a vuestras propias proyecciones; podrá brindar satisfacción y consuelo, pero no es la verdad. El comprender lo que es exige un proceso diferente, tal vez la palabra "proceso" no sea exacta, pero lo que quiero decir es que comprender lo que es resulta mucho más difícil, requiere más inteligencia, más percepción, que aceptar simplemente una idea y entregarse a ella. Comprender lo que es no exige esfuerzo; el esfuerzo es una distracción. Para comprender algo, para comprender lo que es, no podéis estar distraídos, ¿verdad? Si yo deseo comprender lo que vosotros decís, no puedo escuchar música, o el ruido de la gente de afuera; debo 26
dedicaros toda mi atención. Así que es extraordinariamente difícil y arduo percibir lo que es, porque nuestro propio pensar se ha convertido en una distracción. No queremos comprenderlo. Miramos lo que es a través de las lentes del prejuicio, de la condena o de la identificación; así resulta muy arduo quitarse esas lentes y mirar lo que es. Lo que es, sin duda es un hecho, es la verdad; todo lo demás es una evasión, no la verdad. Para comprender lo que es debe cesar el conflicto de la dualidad, porque aceptar convertirse uno en algo diferente de lo que es, es negarse a comprender lo que es. Si deseo comprender la arrogancia, no debo caer en lo opuesto, no debo distraerme con el esfuerzo de llegar a ser algo diferente, ni siquiera con el esfuerzo de procurar comprender lo que es. Si soy arrogante, ¿qué ocurre? Si no le doy nombre a la arrogancia, ésta cesa; lo cual significa que la respuesta está en el problema mismo, y no fuera de él. No se trata de aceptar lo que es; lo que es no necesita ser aceptado. No aceptáis que sois morenos o blancos, puesto que eso es un hecho; sólo cuando tratáis de llegar a ser otra cosa, tenéis que aceptar. Cuando reconocéis un hecho, éste deja de tener importancia; pero una mente educada para pensar en el pasado o en el futuro, educada para escapar en múltiples direcciones, una mente así es incapaz de comprender lo que es. Sin esta comprensión no podréis encontrar lo que es verdad; sin esta comprensión la vida carece de sentido y es una constante batalla en la que el dolor y el sufrimiento son incesantes. La verdad sólo puede comprenderse comprendiendo lo que es, sin condenación ni identificación. La mente sólo puede comprender aquello en lo que está atrapada, pero no puede hacerlo si siempre está condenando o identificándose. La comprensión, la percepción de lo que es, revela extraordinarias profundidades en las que yace la verdad, el júbilo y la felicidad. Fuente: J. krishnamurti. L A LIBERTAD PRIMERA Y ÚLTIMA (Kairós, abril 2003) 27
DARSE CUENTA por J. Krishnamurti Extracto de: URGE UN CAMBIO PSICOLÓGICO
Interlocutor: Me gustaría saber lo que usted quiere decir con darse cuenta (1) porque ha dicho con frecuencia que el darse cuenta es lo que en realidad está envuelto en su enseñanza. He tratado de comprenderlo escuchando sus pláticas y leyendo sus libros, pero parece que no avanzo mucho. Sé que ello no implica una práctica y comprendo por qué usted rechaza tan enfáticamente cualquier práctica, ejercicio, sistema, disciplina o rutina, no importa su naturaleza. Veo la importancia de esto porque de lo contrario la acción se convierte en algo mecánico, y al final la mente se embota y se vuelve estúpida. Me gustaría, si se me permite, que exploremos juntos y hasta su final, lo que significa el darse cuenta. Usted parece darle un significado especial y más profundo a esta palabra (awareness), y, sin embargo, me parece que nos damos cuenta de lo que está pasando todo el tiempo. Sé cuándo estoy airado, cuando estoy apesadumbrado y cuando estoy alegre.
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Krishnamurti: Me gustaría saber si en realidad nos damos cuenta de la ira, de la tristeza y de la felicidad. ¿O es que nos damos cuenta de estas cosas sólo después que han pasado? Vamos a comenzar como si no supiéramos nada en absoluto de ello y empecemos en cero. No hagamos afirmaciones, sean dogmáticas o sutiles, sino exploremos este asunto. Y si lo penetramos con suficiente profundidad, nos revelará un estado extraordinario que la mente probablemente nunca ha alcanzado, o una dimensión de la cual no estamos ni superficialmente conscientes. Comencemos desde lo superficial y trabajemos desde ahí. Vemos con nuestros ojos, percibimos con nuestros sentidos las cosas que nos rodean ―el color de la flor, el colibrí libando la flor, la luz de este sol californiano, los miles de sonidos de diferentes cualidades y sutilezas, la profundidad y la altitud, la sombra del árbol y el árbol mismo. Igualmente sentimos nuestros cuerpos, los cuales son instrumentos de todas estas diferentes clases de percepciones superficiales. Si estas percepciones se mantuvieran en su nivel superficial, no habría confusión de clase alguna. Esa flor, esa trinitaria esa rosa, están ahí, y eso sería todo. En ello no hay preferencia, comparación, aceptación o rechazo; o sea, únicamente la cosa está ante nosotros sin ninguna complicación sicológica. ¿Está bastante claro lo relativo a la percepción sensoria superficial, al darse cuenta? Podríamos, mediante el uso de todos los instrumentos de la tecnología moderna, extenderla hasta las estrellas, hasta las profundidades del mar, y hasta las remotas fronteras de la observación científica. I: Si, creo que comprendo eso. K: Entonces usted ve que la rosa y todo el universo y toda la gente en él, su propia esposa si tiene una, las estrellas, los mares, las montañas, los microbios, los átomos, los neutrones, esta habitación, la puerta, están realmente ahí. Ahora, viene el siguiente paso: lo que usted piensa de estas cosas, o lo que usted siente en relación con ellas es su respuesta sicológica a las mismas. Y a esto lo llamamos pensamiento o emoción. Por lo tanto, el darse cuenta, superficialmente es una cosa muy sencilla: la puerta está ahí. Pero la descripción de la puerta no es la puerta, y cuando uno se envuelve emocionalmente en la
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descripción de ella, no la ve. Esta descripción puede consistir en una palabra, en un tratado científico o en una respuesta emocional intensa; pero nada de eso es la propia puerta. Es muy importante entender esto desde el mismo comienzo. Si no lo comprendemos estaremos cada vez más y más confundidos. La descripción nunca es lo descrito. Aún cuando estemos describiendo algo ahora mismo y tengamos que hacerlo, la cosa que describimos no es nuestra descripción de ella. Es pues, necesario, que tengamos esto en mente durante nuestra conversación. Nunca confunda la palabra con la cosa que ésta describe. La palabra nunca es lo real, y nos desorientamos fácilmente cuando llegamos a la nueva faceta del darse cuentas, pues ante ella reaccionamos de un modo personal o emocional. Así que existe la percepción superficial del árbol, del pájaro, de la puerta, y también existe la respuesta a ello, la cual es pensamiento, sentimiento, emoción. Ahora bien, cuando nos damos cuenta de nuestra respuesta, podemos llamarla una segunda profundidad del darse cuenta. Podemos darnos cuenta de la rosa, darnos cuenta de la reacción o respuesta a la rosa. Con frecuencia no nos damos cuenta de esta respuesta a la flor. En realidad es el mismo estado de sensibilidad el que ve la rosa y que ve la respuesta. Es un mismo movimiento, y es erróneo hablar de conciencia externa e interna. Cuando tenemos conciencia visual del árbol sin ninguna implicación sicológica, no existe división en la relación. Pero cuado hay una respuesta sicológica en torno del árbol, esta respuesta es condicionada; es el recuerdo del pasado, de experiencias pasadas, y esta respuesta es una división en la relación. Esta respuesta es el comienzo de lo que llamaremos el yo y el no-yo en la relación. Así nos situamos en la relación con el mundo. Así creamos al individuo y la comunidad. No vemos el mundo como es, sino en sus variadas relaciones con el yo de la memoria. Esta división es la vida y el florecimiento de todo lo que llamamos nuestro ser sicológico, y de aquí surgen todas las contradicciones y las divisiones. ¿Percibe usted esto claramente? Cuando nos damos cuenta del árbol, no hay evaluación. Pero cuando hay una respuesta al árbol, cuando se juzga con agrado o desagrado, entonces surge una división en esta percepción en términos del yo y del no-yo, del yo que es diferente de la cosa observada. Este yo es la respuesta, en relación, de las memorias y experiencias 30
del pasado. Ahora bien, ¿puede haber una percepción, una observación del árbol, sin que haya juicio alguno, y puede haber una observación de la respuesta, de las reacciones, sin juicio alguno? En esta forma eliminamos el principio de la división, el del yo y del no-yo, tanto al mirar el árbol como al mirarnos a nosotros mismos. I: Estoy tratando de entenderlo. Veamos si estoy en lo correcto. Existe el darse cuenta del árbol, y eso lo comprendo. Existe la respuesta sicológica al árbol, y eso también lo comprendo. La respuesta sicológica consiste en recuerdos y experiencias del pasado, en lo agradable y lo desagradable, y esto crea la división entre el árbol y el yo. Sí, creo que comprendo todo eso. K: ¿Es esto tan claro como el árbol en sí, o se trata simplemente de la claridad de la descripción? Recuerde que, como hemos dicho antes, la cosa descrita no es la descripción. ¿Qué es lo que usted ha captado, la cosa o su descripción? I: Creo que ha sido la cosa. K: Por lo tanto, no existe el yo, el cual es la descripción cuando vemos este hecho. En el ver cualquier hecho no existe el yo. O existe el yo o el ver; no pueden existir ambos. El yo es no- ver. El yo no puede ver, no puede ser consciente. I: ¿Me permite que interrumpamos la conversación ahora? Me parece que he captado el sentir de todo, pero tengo necesidad de dejarlo que penetre hondamente. ¿Podría volver Download 0.81 Mb. Do'stlaringiz bilan baham: |
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