Tesis doctoral


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153

 ; Del error del calendario etc.

Entre las proposiciones que debido a su profunda erudición defendió y logro imponer en

la doctrina de la iglesia, están las relativas a la fecha de la muerte de Jesucristo, así como la fecha

de su pasión, basándose en cálculos de astronomía y en el estudio del calendario

154

Es conocido su enfrentamiento con el domínico fray Juan de Torquemada , que le obliga



a escribir un tratado en su propia defensa. Domina el latín, el griego y el hebreo, pero su

erudición va más allá de los contenidos religiosos. Posee extensos conocimientos de geografía,

filología, literatura, mitología, filosofía, matemáticas etc. Además de una significativa

correspondencia, que como en el caso de Fray Luis de León, constituye un cuerpo importante

del total de sus escritos. Se puede considerar al Tostado como un adelantado del humanismo, que

si bien por esas fechas ya se había iniciado en Italia, todavía tardaría en llegar a los reinos

peninsulares.


79

0.4.7

Doña Ana de Austria y el proceso de Madrigal.  

Con el telón de fondo de las luchas entre las facciones políticas en tiempos de Felipe II,

y el intento de restauración de la monarquía portuguesa surge la figura del “pastelero de

Madrigal” y su relación con la sobrina bastarda del monarca doña Ana de Austria, recluida en

el convento de agustinas de Nuestra Señora de Gracia. 

Ana de Austria debió de nacer en Madrid en 1569. Su padre D. Juan de Austria, hijo

bastardo del emperador con Bárbara Blomberg, se encontraba preparando la campaña de las

Alpujarras cuando conoce a doña María de Mendoza, del marquesado de Çenete. De la relación

entre ambos nace Ana, la cual a la edad de 6 años entra en el convento de agustinas de Madrigal

de la mano de su tutora doña Magdalena de Ulloa, que se había hecho cargo de la niña desde su

nacimiento en casa de la Princesa de Éboli, familia de la madre. María de Mendoza al parecer

tuvo con D. Juan otro hijo, Francesco, que nació en Granada poco después, y antes que el

vencedor de Lepanto partiese para Nápoles en 1571.  Es probable que el conocimiento entre

María de Mendoza y D. Juan de Austria se produjese a iniciativa de la mujer de Ruy Gómez de

Silva (la Princesa de Éboli), interesada en lograr su influencia sobre el de Austria.

Doña Magdalena,  viuda de D. Luis de Quixada, será la impulsora de la Colegiata de San

Luis en Villagarcía de Campos, que a iniciativa de los jesuitas construirán Juan de la Vega, Juan

de Nates y Pedro de Tolosa, con las trazas previas de Rodrigo Gil de Hontañón de 1572, esta

obra, terminada en 1579, constituye la referencia clasicista para el entorno vallisoletano. 

D. Luis y Doña Magdalena habían sido en Yuste los tutores de D. Juan de Austria con

el emperador; por lo que no es de extrañar que en su momento se hiciesen cargo de la hija

ilegítima de éste. Cuando esto sucede, D. Luis acababa de morir al servicio de Felipe II, en el

levantamiento de los moriscos granadinos. Entonces doña Magdalena se retira a Villagarcía con

la niña recién nacida, que vivirá con su “tía” hasta la edad de 6 años, internándola en 1575 en

las agustinas de Nuestra Señora de Gracia de Madrigal.

Aunque el concilio de Trento había manifestado que no se admitiese en los conventos

hasta la edad de los 16 años, Ana de Jesús, que así pasó a llamarse a partir de ese momento, lo

hizo contra su voluntad y sin saber quiénes eran sus padres, quedando al cuidado de las monjas

quiénes recibieron 600 ducados de dote de Doña Magdalena de Ulloa. La niña llegó al palacio,

que luego fue convento de agustinas, donde había nacido su tatarabuela Isabel la Católica.

Ana es una mujer, al parecer, de gran belleza y porte, que por circunstancias de

nacimiento le toca vivir como monja durante toda su vida sin tener vocación para ello, como

manifiesta en algunas de las cartas a su tío Felipe II. No solo no llega a conocer a sus padres,

sino tan siquiera tiene trato con sus familiares más cercanos, como su abuela que vive retirada

en un pueblo de Santander y nunca se ocupó de ella, o sus hermanos de padre: Juana, Jerónimo

y Francesco.  Su prima Juana, hija de Margarita de Farnesio, que fue también como su padre

bastarda del Emperador, lleva una vida paralela a la suya en cuanto a vestir hábitos por

conveniencia familiar, sin embargo llegado su momento consigue casarse y normalizar su

existencia, algo que no consigue su prima Ana pues su proyecto de boda con el italiano Miguel

Peretti,  nieto de Sixto V, se ve estorbado por el Rey que en esos momentos está en pugna con



155

   M. Formica,  La hija de D, Juan de Austria. Ana de Jesús en el proceso al pastelero de Madrigal, Madrid, 1975,

 p. 76

156


   En el libro de Profesiones del convento de agustinas, página 86, aparece la de Doña Ana de Austria, con fecha

de 12 de noviembre de 1589. Esta fecha puede significar una confirmación de los votos o una manipulación de la misma: 



“In nómine Dómini  mii Jesuscristi benedicti, Amén. En el año del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo de mil

quinientos ochenta y nueve a doce días del mes de noviembre, yo Dª. María Ana de Austria hija del Serenísimo

Príncipe D. Juan de Austria hermano del rey nuestro Señor, cumplido el tiempo de mi probación, hago profesión y

prometo obediencia a Dios Todopoderoso... a Vos el muy Reverendo P. Maestro Fray Pedro de Rojas... y prometo

de vivir sin propio y en castidad hasta la muerte, según la Regla de nuestro P. San Agustín...”  Publicado por R.

Moreno y Rodrigo, "Madrigal de las Altas Torres, cuna de Isabel la Católica" Ávila, 1949.

80

el papado. Esta es la causa principal por la que hace confirmación de los votos, lo que la



mantendrá como monja durante toda su existencia 

155

.

Ana había profesado con 14 años, en abril de 1583, sin haber cumplido la edad



preceptiva.

156

  Es por estas mismas fechas, a cincos años de la muerte de su padre y dos de la de

su madre, cuando le llega el reconocimiento de su pertenencia a la casa de los Austrias y el ser

sobrina de Felipe II, pasando a tener el título de Excelencia, pensión y servicio propio dentro del

convento, en las dependencias destinadas a las damas nobles. El monarca le otorga tal

reconocimiento, que le hace llegar a través de la viuda de D. Luis de Quijada, a cambio de que

dedique su vida al convento.

Por estas fechas en el convento ejercía como vicario un agustino “desterrado” de

Portugal, fray Miguel de los Santos, al parecer confesor del rey Sebastián y amigo del

pretendiente al trono D. Antonio prior de Crato. Este personaje, que había sido Provincial en

Lisboa y simpatizado con la causa de Braganza, sirve de consuelo a Ana de Austria, quizá de

forma interesada, imaginando como sacar partido a tan ilustre señora y apellido. La joven

encuentra en fray Miguel al asesor y amigo que le ayudará a soportar una profesión forzada, una

persona culta con la que conversar en torno al mito del Rey D. Sebastián (primo de Ana) de que

ha sobrevivido al desastre africano y se encuentra escondido sin darse a conocer ante el honor

perdido por la derrota que impidió su Lepanto. El vicario le ha prometido además encontrar a

su hermano Francesco, lo que para Ana es muy importante dada la falta de contacto con ningún

familiar, para lo cual se vale del tercer y principal personaje de esta tragedia, “Gabriel de

Espinosa”.

Mucho se ha escrito y novelado sobre la figura de Gabriel de Espinosa, y todavía son

muchos los puntos oscuros sobre este enigmático personaje. En todo caso difícil es determinar

si realmente fue un impostor que se hizo pasar por el rey Sebastián de Portugal, debido a su

parecido físico; si fue noble o un hermano bastardo del rey portugués; o si bien fue el mismo

monarca portugués, Sebastián, hijo de Juan de Portugal casado con la hija de Carlos V, Juana

de Austria (fundadora del convento de las Descalzas Reales de Madrid), quien derrotado en

1578, en Alcazarquivir, no quiso asumir su derrota, en la que se le dio por muerto, junto con gran

parte de la nobleza portuguesa.

Tras la probable muerte de su sobrino el rey Sebastián, en Marruecos, la corona

portuguesa  fue disputada entre varios pretendientes a la misma,  especialmente tras la muerte

del Cardenal Infante D. Enriquez, que con 69 años falleció al poco tiempo de tomar posesión del

trono. El rey de España era tío carnal del difunto rey don Sebastián, por ello, la pugna por la


157

   Los derechos sucesorios del monarca español, venían avalados tanto por vía materna, como por ser su hermana

Juana mujer del príncipe D. Juan de Portugal, fallecido en 1554, y ambos padres del malogrado rey D. Sebastián.

158


   A. G. S. Estado, legajo 172.

81

corona portuguesa se mantuvo entre Felipe II 



157

, la Duquesa Catalina de Braganza, prima del

monarca español,  y especialmente con el prior de Crato, D. Antonio de Braganza, hijo ilegítimo

del infante D. Luis.  Si bien este conflicto se resolvió mediante la lucha armada, nunca se zanjó

completamente, al huir D, Antonio y refugiarse en sucesivos conventos (algunos de agustinos),

lo que unido al favor que despertaba entre un sector nacionalista portugués, mantuvo al Rey

castellano, en un estado de especial prevención ante cualquier movimiento de soberanía que

ilegitimase la anexión a la Monarquía Hispánica que se produjo en 1581. 

El permanente estado alerta de Felipe II en este asunto, que está en el fondo del proceso

a Gabriel de Espinosa y Ana de Austria, se mantuvo hasta la muerte del monarca. El rey tenía

profundas raíces lusitanas, al ser hijo de la reina Isabel de Portugal, dominar el portugués que

fue un idioma de su infancia, tener amigos y consejeros portugueses como  Cristóbal de Moura

o Ruy Gómes da Silva, sin olvidar a su ama Doña Leonor de Mascareñas, y sin embargo a pesar

de todo ello, el monarca era consciente que un importante sector de la sociedad portuguesa

siempre fue anticastellana, y contraria a esta anexión.

Algunas de las cartas del proceso se conservan en el Archivo General de Simancas 



158

,

donde se demuestra que Felipe II intervino muy directamente en el mismo y en la condena de



los acusados. En un principio se pudo tener al pastelero por un espía de D. Antonio prior de

Crato (al comienzo incluso por el mismo D. Antonio); a mitad del proceso con la revelación por

parte de Ana, por el mismo Rey Sebastián; y en todo momento Felipe II mostró inquietud por

la niña Clara Eugenia, de dos años de edad, hija de Gabriel, que en caso de ser hija de Ana podría

suponer la unión de las casas de Austria y Braganza, opción decisiva  a la sucesión lusitana. De

esta niña lo poco que se sabe, es que vive a caballo entre el convento, con su “tía” Ana de

Austria y una casa en Madrigal a cargo de su ama, si bien su Excelencia se refiere en alguna

carta como “mi hija”. Al final del proceso la niña desaparece.

En el verano de 1594 (si no antes) existe una relación amorosa entre Ana y Gabriel, con

la complicidad del vicario y de algunas monjas que facilitan o conocen el acceso de Espinosa a

las habitaciones de su Excelencia, probablemente mediante llaves falsas. Si la niña, como es

probable, es de Ana las relaciones habrían comenzado como mínimo 2 o 3 años antes, o sea en

1591 ó 92. Ligado anteriormente a María de Souza, de la que poco se sabe, el caballero que se

hace llamar Gabriel de Espinosa acude regularmente a las “gradas” del locutorio conventual,

donde el enamoramiento de ambos se traduce en una promesa de matrimonio, que nunca llegará

a realizarse.

Comienza el proceso el 6 de octubre de 1594  con la detención, de forma fortuita, en una

posada de Valladolid  de Gabriel de Espinosa, al habérsele encontrado en posesión de joyas de

elevado valor. Entre las mismas un anillo con la efigie del Rey y un colgante con el retrato de

un monja: Doña Ana. Esto  hace intervenir directamente a Rodrigo de Santillán, de la Audiencia

de Valladolid, el cual se pone en contacto con la monja para determinar si las joyas son robadas

o, como dice Espinosa, se las había entregado ella, unas para arreglar (las dos señaladas) y otras

para vender, lo cual confirma Ana.


159

   A. H. P. A. ,  Lucas Gutiérrez de Cordovilla, protocolo 3769, s.f.

82

Viendo Ana el peligro que ella misma corre, manda, de acuerdo con el vicario, a su



criado Juan de Roderos a por los objetos y correspondencia comprometedores de su relación a

la casa de Gabriel en Madrigal, para su destrucción. Sin embargo las dos cartas sin firma que se

habían remitido a Valladolid, una de Ana y otra del Vicario, caen en poder de Santillán, el cual

las lee, con la sorpresa de ver como el personaje que acaba de detener es tratado (por el Vicario)

de Majestad  y que al parecer tiene una hija. Al creer que se trata de un asunto muy grave se lo

comunica a Felipe II que se encuentra en El Escorial. A la semana siguiente, el 14 de octubre,

Rodrigo de Santillán, por orden del Rey, se desplaza al convento de las agustinas de Nuestra

Señora de Gracia y, entrando de forma violenta, detiene a Ana de Austria, que queda confinada

en la celda de sus aposentos. Se le acusa formalmente de mantener relaciones deshonestas con

Gabriel de Espinosa siendo monja y de referirse a el como Su Majestad, si bien los intereses

reales persiguen averiguar un posible complot de D. Antonio de Portugal y conocer quiénes son

los padres de Clara Eugenia, así como conocer la verdadera identidad del que, pareciendo ser un

caballero, se hace pasar por pastelero.

En un principio se establece un conflicto de jurisdicción entre el estamento eclesiástico

y el civil. Los agustinos, molestos por el cariz que tomaban los acontecimientos, y por el

allanamiento del convento, envían a Madrigal al Provincial de Castilla Gabriel de Goldaraz, que

se aloja en el convento extramuros. Goldaraz que ocupa el cargo de Provincial desde 1592 (a la

muerte de Fray Luis de León), hasta el 2º tercio de 1595, cuando los acontecimientos del proceso

le obligan a dimitir, era buen conocedor tanto de la villa como de ambos conventos, que había

visitado con anterioridad, donde había inspeccionado las obras que se estaban acometiendo por

iniciativa de Quiroga a cargo del padre Colmenares. Al padre fray Gabriel lo encontramos en el

convento siguiendo el proceso en todavía en enero de 1595, fecha en la que otorga licencia 



159

para que los agustinos tomen a censo 200 ducados de las rentas que les había legado Quiroga,

el cual acababa de fallecer.

En su primera declaración Doña Ana testifica que conoció a principio de verano, a

Gabriel, el cual le había recetado algunos ungüentos para la piel,  y que la niña es sobrina de éste.

Así mismo que le había dado a Gabriel algunas joyas para vender en Valladolid, al objeto de

traer y aposentar a su hermano Francesco cerca de Madrigal y que en todo momento lo había

tenido por un caballero. Ana en todo caso se ve obligada a mentir para salvar “su honor” al

mantener que no había mantenido correspondencia con Espinosa, sin embargo todavía no sabe

que las cartas están en poder de Santillán, en una de las cuales le declara su amor. El temor de

Ana no es tan sólo que se descubra el haber mantenido relaciones siendo profesa, sino que se

pueda pensar que ha sido con un “hombre baxo”, ella que lleva el apellido de la monarquía más

poderosa de Europa. 

El interrogatorio  de las monjas produce cierta confusión al concurrir opiniones de todo

tipo, algunas de lo más disparatado como el haber visto al prior de Crato en el convento, lo cual

es aprovechado por Gabriel de Goldaraz, que en todo momento quiso proteger a Ana (tratando

de esta forma proteger a la Orden, especialmente de las derivaciones políticas en contra de los

intereses reales), para tratar de demostrar la poca consistencia del caso, fruto principalmente de

la exaltada imaginación popular. Por otro lado las pocas amistades que Ana tiene fuera del


160

   Formica Mercedes, op. cit.  p.214.

161

   De cuyo nombre, Inés Cid, se tienen dudas.



162

   M. Formica, op. cit.   p.252.

83

convento y familiares de los Mendoza,  tratan de presionar para que sea Portocarrero, de la Real



Chancillería,  el que se haga cargo del proceso.

Pero Felipe II está personalmente interesado en llegar al fondo de un asunto que puede

tener repercusiones para la Corona. Rodrigo de Santillán traslada a Gabriel de Espinosa a la

cárcel de Medina del Campo, donde le mantiene en todo momento incomunicado, y el mismo

Alcalde del Crimen interroga a Doña Ana de Austria durante largas horas, a la que le muestra

las cartas retenidas. Si en un primer momento sigue negando su autoría, de una misiva sin firma,

el hecho de tratar de romperlas la delata 

160

.

La llegada a Madrigal del inquisidor Juan Llanos Valdés desata el pánico en el convento



ante la amenaza de tormento. Al día siguiente Ana de Austria solicita comparecer y mediante una

declaración sorprendente da un nuevo giro al ya complicado proceso: Gabriel de Espinosa es su

primo, el Rey D. Sebastián de Portugal.

Los acontecimientos se precipitan. Por una parte Goldaraz será apartado del caso en el

mes de diciembre, por la misma orden agustina, por presión del inquisidor , y por otra es

detenido en Colindres, Juan de Roderos, el criado de Ana, al parecer  por iniciativa de su abuela

Bárbara Blomberg. Sometido a tortura (por la que pierde un brazo) confesará entre otras cosas

que creía que Ana y Gabriel se conocían desde antes del verano de ese año,  y que desde ese

momento sus encuentros eran constantes, siendo probable que se usasen llaves falsas para el

acceso el convento; el vicario y Espinosa ya se conocían cuando éste llegó a Madrigal

El interrogatorio del resto de los implicados tampoco aclara muchos de los aspectos de

un asunto que va adquiriendo en mayor proporción un carácter político, toda vez que el propio

inquisidor, Juan Llanos de Valdés, acaba por convencerse de que el detenido es el propio rey

Sebastián (aunque al final del proceso se desdiga). En su declaración el ama 



161

, a la que se

suspende el tormento al comprobar que está encinta de 5 meses, manifiesta que el hijo que está

esperando es del pastelero, con el que convivía desde hace 5 años, y que éste había ejercido tal

oficio en varias partes del reino, así como que recibía visitas de importantes nobles portugueses

los cuales le trataban con deferencia. Sin embargo casi ninguna de las cuestiones se pudo

comprobar, ni tan siquiera convenció el que en algún momento manifestase que Clara Eugenia,

era hija suya 



162

En la declaración del vicario, el agustino fray Miguel de los Santos, se reafirma en que



Gabriel es el rey D. Sebastián de Portugal, por todos los datos que poseía cuando vivió en el país

vecino. Ciertamente esta declaración fue tomada como una huida hacia adelante que trataba de

justificar su actuación. Fray Miguel declara también que “D. Sebastián” y Dña. Ana  se habían

prometido en matrimonio, el cual se celebraría en circunstancias más favorables.

En cuanto al interrogatorio del principal encausado, no sirvió más que para que Gabriel

de Espinosa se mantuviese firme en su declaración inicial de ser un simple pastelero, si bien dio



84

muestras en todo momento de una gran entereza y de conocer aspectos personales del propio

monarca portugués. Al parecer recibió correspondencia secreta de Felipe II, al que le echó en

cara antes de su ejecución, el que no le hubiese visitado.

Tanto Ana como algunos de los que trataron con este enigmático personaje, lo tuvieron

por el Rey Sebastián, convenciendo incluso, como hemos visto, a algunos de sus jueces. Como

mínimo debió ser noble, pues hablaba varios idiomas, dominaba la montura a caballo, había

visitado varios países, y en su comportamiento en todo momento fue tenido como tal; pudiendo

haber residido con anterioridad en Portugal y en la República Veneciana. 

A finales de diciembre de 1594 Ana empieza a dudar de que haya sido víctima de un

engaño. En las cartas que dirige a su tío, el Rey, le trata de hacer comprender su situación y las

circunstancias por las que se encuentra en el convento, pero la decisión de Felipe II ya está

tomada. Sólo un acontecimiento imprevisto retrasa la condena, y es la muerte el 20 de noviembre

del cardenal y arzobispo de Toledo D. Gaspar de Quiroga, oriundo de Madrigal, cuyo entierro,

por voluntad del fallecido, se efectúa en la iglesia de los agustinos de esta villa, en razón de su

patronazgo sobre el convento establecido entre otras causas por ser el lugar donde estaban

enterrados sus padres. La muerte Quiroga, que como veremos más adelante, es una figura clave

de la política española en la segunda mitad del siglo XVI, atrae hasta Madrigal a una multitud

de personajes provenientes de la Corte y de su arzobispado toledano, por lo que es probable que

el monarca tratase de evitar que se airease un proceso que como mínimo ofrecía una serie de

dudas razonables y que incidía en la legitimidad de su apropiación de la corona portuguesa.

La sentencia contra Gabriel de Espinosa, confirmada por el propio monarca, se llevo a

cabo el 4 de agosto de 1595. En ella se le condena a la peor de las muertes existentes en la época:

arrastre, horca y descuartizamiento. Sus restos al parecer fueron enterrados en el cementerio de

San Lázaro.

“... En el negocio y causa criminal que ante nos, ha pendido y pende por comisión del Rey

Nuestro Señor, entre parte, de la una don Lucas Pacheco, promotor y fiscal, actor acusante, y

de la otra Gabriel Espinosa, reo acusado de los autos y méritos de este proceso y lo demás que

en esta parte ver convenía, fallamos que el dicho Lucas Pacheco, promotor fiscal susodicho,

probó su acusación contra el dicho Gabriel Espinosa; como probarla convenía acerca de los

delitos de que fue acusado, damos por bien probada y pronunciámosla por tal de que, habiendo

sido convenido el dicho Gabriel Espinosa de traición al Rey Nuestro Señor, porque siendo

hombre vil y bajo quiso alzarse a la dignidad de persona real, con usurpación de los legítimos

derechos del Rey Nuestro Señor, fingiéndose el Rey don Sebastián de Portugal, que Santa Gloria

haya, concitando personas en estos reinos de Castilla y en los de Portugal, para que por tal Rey

don Sebastián le tuviesen y aclamasen, y de sacrilegio por la seducción de doña Ana de Austria,

monja profesa en el monasterio de Nuestra Señora de Gracia la Real de Madrigal, con la cual

se dice de pública fama, aunque no está probado, se había casado secretamente, probándose si

por las declaraciones de la dicha señora doña Ana de Austria que ésta, por sus engaños, le había

creído su primo el Rey don Sebastián de Portugal, difunto, ayudándole con dinero y de otros

modos en su traición, persuadiendo a la dicha religiosa de que el era el Rey don Sebastián, que

había andando peregrinando por el mundo cumpliendo cierto voto, que había de casarse con la

dicha monja, fingiendo para ello muchas mentira, hasta tanto que la dicha monja y otras que lo

sabían lo creyeron, haciendo así mismo prevenciones con personas que venían de Portugal para

que si la dicha monja los preguntase si el Rey don Sebastián era vivo, dijesen que si, y siguiendo

en su maraña siendo hombre vil y bajo, echado a la puerta de una iglesia de Toledo, se fingió,

como se ha dicho el Rey don Sebastián, haciéndose tratar y vivir y respetar como tal y haciendo


163

   Publicado por A. de Encinas, "Madrigal de las Altas Torres, cuna de Isabel la Católica", en Revista Geográfica



Española, Madrid, p.103.

85

que la dicha monja le escribiese cartas, estando ausente, como si fuera verdaderamente Rey, y



diciendo y manifestando secretos del Rey don Sebastián que le había revelado fray Miguel de

los Santos, religioso de San Agustín en Portugal, que fue confesor primero del Rey Sebastián y

después de don Antonio, y de cuyos secretos se valió para engañar a la dicha monja por ser

persona de importancia que le servía para su intento de ser tenido por Rey de Portugal, haciendo

que dicho fray Miguel de los Santos, en presencia de doña Ana de Austria, se postrase delante

de el y le besase la mano como a Rey para conseguir que la dicha monja consintiese en casarse

con el, dándola cédula de promesa de casamiento con título y forma de Rey, habiendo habido

entre ambos otras promesas de palabra, con el intento  de que a cierto tiempo el dicho Gabriel

Espinosa, con aquella falsa opinión esforzada con los dichos medios de casamiento y con otros

que iban tomando, escribiendo a algunas personas poderosas de el dicho reino de Portugal

como era vivo el Rey don Sebastián y que estaba casado con la señora doña Ana de Austria y

que no quería manifestarse hasta cierto tiempo y tratando de ir en persona al Reino de Portugal,

a asentar el dicho trato para conseguir su intento, conmoviendo el reino para ello y confiando

en la mucha opinión y reputación en que estaba el Rey Don Sebastián, se alborotasen los dichos

Reinos de Portugal para hacerle Rey de ellos , a fin de perturbar por este camino al Rey Nuestro

Señor como Señor propio y verdadero de los dichos Reinos y contra ellos mismos y su reputación

y contra la obligación que le tenía a su Rey natural, y como en lo expresado y referido el dicho

Gabriel Espinosa, reo acusado, no probó cosa alguna de que se pueda aprovechar para su

descargo, dámoslo y pronunciámoslo por no probado,  por lo cual y por lo  más que de dicho

proceso resulta, a que nos referimos, le debemos dar y damos por perpetrador de los dichos

delitos sobre que ha sido acusado, y, en su consecuencia, le debemos condenar y condenamos

al dicho Gabriel Espinosa a muerte natural de horca, a la que se le llevará arrastrado, y a que

sea descuartizado y puesta su cabeza en un palo en el camino de Madrigal a Valladolid para

escarmiento, y otrosí, le condenamos a perdimiento de todos sus bienes que en cualquier manera

tenga y le pertenezcan, aplicados para la Cámara de Su Majestad y gastos de justicia y costas

de este proceso, cuya tasación en nos reservamos, y mandamos que esta nuestra sentencia sea

llevada a pura y debida ejecución con efecto por cuanto así conviene al servicio de Dios Nuestro

Señor y de Su Majestad y aumento de la justicia. Por esta nuestra sentencia definitiva juzgando

así, lo pronunciamos y mandamos. El licenciado, don Rodrigo de Santillán...”

 


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