Tesis doctoral


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267

.

El tamaño del convento no debía de ser grande cuando el provincial de 1580 ordena que



no se reciban novicios en el convento por ser las “casas pequeñas”. Parece pues evidente que son

los mismos agustinos los que tienen en mente las limitaciones espaciales del edificio actual. 



“... Lo que yo Esteban Sánchez, provincial de la orden de N.P. S. Augustín de esta provincia de

Hespaña, hallo de necesario mandar para el servicio de Nuestro Señor y buen gobierno deste

nuestro convento de Nuestro Padre Sancto Augustín de la villa de Madrigal extramuros después

de lo aver visitado, es lo siguiente:

Primeramente ante la neçesidad de misas que tiene el dicho convento y que no es raçón que cada

religioso resciba y de misas a su voluntad. Mando en virtud de santa obediencia y sopena de

excomunión la [...] a todos los religiosos del dicho convento que no resçiban misa alguna ni la

den a ninguna persona ni convento sino fuere para el suyo propio y las que ansí resçibieren las

den dentro de veinte y quatro horas si las resçibiere en casa y si fuera en llegando a casa a los

padres priores o sacristán a los quales mando solas [...] censuras no den misa alguna sin mi

liçençia. Y porque en casa pequeñas no pueden bien criarse los novicios mando en virtud de

santa obediencia que no se reciba novicio alguno en este dicho monasterio.

Y en lo que toca al santo oficio...... porque es raçón aunque en las casa pequeñas no se puede

hacer como debe se haga como puede que aviendo seis frayles en casa cada día que los oviere

se canten vísperas, y aviendo cinco se cante misa mayor y maytines se digan siempre a prima

noche y nunca se de/ guarden para la mañana sino fuere con mucha necesidad y a la prima se

tañan siempre sus signos.

Ytem porque las cosas propias que pasan en casa no conviene que se sepan fuera, mando en

virtud de santa obediencia que cosa alguna que pasare dentro en casa no se diga a seculares ni

en la dicha casa a frayle ni monja.

Y porque los religiosos aunque en el campo anochecido no parescen bien fuera de casa, mando

que todos se recojan antes que anochezca quando salieran al campo después de cenar (de noche

se recojan en casa).

Ytem porque es raçón que no use ningún religioso de las licencias que yo tengo dadas para

librar con las religiosas sin que lo sepa el padre prior porque no pasen las veçes que están dadas

por mi, mando en virtud de santa obediencia que ningún religioso que tiene alguna liçencia mía

para librar con las dichas religiosas use della sin dar cada vez cuenta dello al padre prior y

quiero que no les valga de una suerte y queden obligados a las censuras de nuestros

mandamientos.

Y porque las tierras no se den ninguna, mando en virtud de santa obediencia que dentro de un

año se apeen todas las tierras del convento. Dada en Madrigal a ocho de agosto de 1580.

Esteban Sánchez. Provincial ...” (firma)

 

268



269

   De 1575 es una escritura de censo redimible que en favor del prior y convento impusieron Andrés Conde, vecino

del Villar de Matacabras como principal y Cristóbal Bercial y Pedro Gutiérrez como sus fiadores. (En 1648, el convento se queda

con unas tierras y viñas de las garantías del censo anterior). De 1581 es una carta de venta y nueva constitución de un censo a

favor del monasterio por valor de ocho mil reales y de 1584 es otra carta de fundación de censo a favor del convento por valor

de 300 reales anuales.

270

   La caída de Antonio Pérez, con el que le unía amistad, afectó a Quiroga, que se vio desplazado de las élites de



poder.

140


Durante estos años hay una especial preocupación por parte de priores y provinciales de

disponer de medios económicos 



269

, quizá para llevar a cabo las obras de fray Alonso de Madrid.

En los años 1563 y 1566 se ordena por parte de los provinciales  que se apeen todas las

heredades del convento, al objeto de optimizar sus rentas.

Es la falta de recursos lo que probablemente condicione el no poder acometer, mejor el

no poder obra de tanta envergadura. Ademas entre 1545 y 1585 otros muchos aspectos han

cambiado, no solo en la nueva  espiritualidad dominante tras el Concilio de Trento, sino en otros

ámbitos sociales y culturales y entre ellos la concepción de la arquitectura, que tras El Escorial

se ha hecho clasicista. Este cambio de registro se materializa con la intervención del entonces

cardenal y arzobispo de Toledo D. Gaspar de Quiroga, el cual ya había manifestado con

anterioridad su interés por este convento y que será, con su enorme fortuna personal, el que

proporcione la ayuda que necesitaban los frailes.

Quiroga al final de esta década de los años ochenta, que pasó “desterrado”

270

 en su


arzobispado toledano, sabemos que abordó numerosas obras y proyectos y entre ellos, no cabe

duda que el del convento de Madrigal lo concibió de forma especial, como su propio mausoleo

y el de su familia, en una época en la que ya se acercaba a los ochenta años. El que durante más

de cuatro décadas había sido una figura eficaz del aparato administrativo y político de los

Austrias, pasó a convertirse en el Patrón del convento y a concebir un nuevo y grandioso

edificio, ayudado por un viejo conocido suyo: el agustino fray Luis de León.



271

   M. Gómez Moreno, Catálogo monumental de la provincia de Ávila, Ávila, Institución Gran Duque de Alba -

Ministerio de Cultura, 1983. pp. 274-275. 

272


   Este es el caso de Magdalena de Ulloa, en la colegiata de Villagarcía de Campos en concordancia con los jesuitas,

o el de los Marqueses de Barajas y el convento franciscano de dicha villa, en el último cuarto del siglo XVI.

273

   Las monjas se trasladan hacia 1527 al nuevo convento en las casas de Juan II y la fundación de los agustinos sobre



el antiguo edificio extramuros parece ser de 1541.

141


1.3

El Cardenal Quiroga y el patronazgo del convento de Madrigal. 

“En el último tercio del mismo siglo, la munificencia de un hijo ilustre de Madrigal, D. Gaspar

de Quiroga, cardenal y arzobispo de Toledo, se explayó en este convento, reedificándose sobre

un plan grandioso y con suntuosidad. Es probable que su arquitecto fuese Nicolás de Vergara,

el mozo, adicto a las sequedades de Herrera; y ya estaría terminado en 1591, cuando Fr. Luis

de León halló la muerte en él, a 23 de Agosto, con ocasión de haber venido a Capítulo de la

orden. Aún señalan como su celda un departamento, sobre el costado izquierdo del presbiterio

de la iglesia. El espléndido patrono se labró su sepulcro en esta, juntamente con la de sus

padres; pero vino la exclaustración y con ella el despojo, ruina y abandono de lo que tanto

merecía respetarse. Los huesos del cardenal se llevaron, con su epitafio, al convento de monjas;

pero los fragmentos de su estatua yacieron por muchos años tirados entre los escombros de la

hundida iglesia: del retablo no quedó  más que las imágenes susodichas y los cuadros de

Pantoja, Carvajal y Juan de Haro, están perdidos si no es que fenecieron también.” 

 

271

.

 



1.3.1

Preámbulo de una relación de intereses.

  

D. Gaspar de Quiroga, natural de  Madrigal, es uno de los personajes fundamentales de



la política en torno a la monarquía española de la segunda mitad del siglo XVI.  Quiroga, que era

arzobispo de Toledo e Inquisidor General con Felipe II y una de las figuras  más influyentes

durante su reinado, volvió la mirada hacia su villa natal en el ocaso de su vida.

En esta época de contrarreformismo y exaltación de la religiosidad, fue habitual que

muchas familias nobles y prohombres eclesiásticos erigiesen capillas, conventos o iglesias o

financiasen a instituciones y órdenes religiosas, casi siempre a cambio de contraprestaciones de

tipo espiritual

272

.

La relación de Quiroga con jesuitas y agustinos siempre fue fluida, especialmente con su



forma de pensamiento, al igual que con el Carmelo reformado, tal y como veremos en el apartado

siguiente. La elección de la iglesia y convento de los agustinos de Madrigal para erigir su

mausoleo, no cabe duda  que vino determinada por su origen madrigalense, por su antigua

relación con el convento agustino al que ayudó prácticamente desde que se instalaron los frailes

en 1541 

273

  y también por su afinidad con fray Luis, que quizá fuese la persona que le anima a

acometer el patronazgo sobre el convento.

A la muerte de sus padres, D. Álvaro Quiroga y Dñª. Elena Muñoz Vela, se les enterró

en la cabecera o “capilla mayor” de la iglesia agustina, surgiendo quizá en este momento la idea

inicial de levantar una nueva iglesia, que acogiera sus enterramientos y el del propio Quiroga.

Con el devenir de los años, y quizá gracias al interés de fray Luis, se convirtió en un nuevo


274

   Retrato de 1594 pintado por Luis de Velasco, que se conserva en la Sala Capitular de la Catedral de Toledo.

142

trazado de la totalidad del convento, si bien el desarrollo de tan ambicioso plan no se iniciaría



hasta después de la muerte del arzobispo, a través de sus testamentarios y de las Buenas

Memorias, financiado mediante parte de los recursos derivados de la tercera parte de su fortuna

personal, tal como se repartió su herencia tras muy prolongado expolio.

Falta por saber si fueron los agustinos los que aprovecharon el interés mostrado por

Quiroga en el mecenazgo del convento para plantear esta obra general, o si bien fue el propio

cardenal de Toledo el que propuso la traza que acompañase el digno enterramiento de sus padres

y de él mismo en lo que será la nueva iglesia. En todo caso, la intervención de D. Gaspar de

Quiroga en el devenir del convento de Madrigal fue decisiva, realizándose la totalidad de la

futura obra clasicista con su patrocinio, una vez que el mismo Cardenal falleciese el 20 de

noviembre de 1594.



23. Retrato del Cardenal Arzobispo de Toledo D. Gaspar de Quiroga 

274

 

   



275

   H. Pizarro Llorente,  Un gran patrón en la corte de Felipe II, D. Gaspar de Quiroga, Universidad Pontificia de

Comillas, Madrid, 2005, p. 21.

276


   O. Velayos Zurdo Óscar, Vasco de Quiroga: Olvido y glorificación, Ávila, Institución Gran Duque de Alba-

Ayuntamiento de Madrigal, 1992.

277

   Agustina, casada con D. Alonso de Guzmán, será de la que descienda la línea del patronazgo que dejó instituido



el cardenal.

143


1.3.2

Quiroga y la Corte de Felipe II.

 

Dada la importancia que a la postre tuvo el cardenal Quiroga en el proyecto y desarrollo

del convento madrigalense, situamos algunos aspectos de su carrera cortesana para analizar

posteriormente su implicación y patronazgo del convento. El primer punto nos servirá también

para situar algunas referencias que ayuden al entendimiento  del pensamiento social, religioso

y político de la segunda mitad del siglo XVI, por cuanto son aspectos que están implícitos en la

evolución conventual; no tan solo en la propia arquitectura del edificio, que se transformará bajo

las nuevas premisas herrerianas y clasicistas, sino en la reorganización en el  ámbito doctrinal

y monástico, emanado del cambio de sensibilidad religiosa tras el concilio de Trento.

Hay que situar a la familia Quiroga en Madrigal en el primer cuarto del siglo XV y al

igual que otras familias, pertenecientes a la clase letrada al servicio de la monarquía (hoy

equiparables a una clase media), acompañarían a la Corte itinerante, en este caso de Juan II. Este

monarca, como hemos visto, contrae segundas nupcias con Isabel de Portugal, de la que nacerá

la reina Católica. Asistimos a la asunción por parte de esta nueva clase de letrados de algunas de

las labores que anteriormente desarrollaba la nobleza, en un proceso en el que se está gestando

un incipiente ordenamiento jurídico de alguna forma independiente de la Casa Real. 

Los antepasados de la familia Quiroga estuvieron relacionados con la Orden de San Juan

de Jerusalén



275

 , tomando partido por la causa de Isabel y fueron componentes de una hidalguía

pobre castellana, al servicio siempre de la Monarquía. Destaca la figura de Gonzalo de Quiroga,

que muere en defensa de la Isla de Rodas en 1456, bajo la bandera de Juan II. El sobrino de

Gonzalo, Vasco Vázquez de Quiroga, se instala en Madrigal plaza de la Corte del monarca,

proveniente de la Galicia natal de donde eran oriundos los Quiroga. Vasco, abuelo de Gaspar,

se casa en Madrigal con María Alonso de la Cárcel, que aporta su mayorazgo y tienen tres hijos:

Álvaro, que será el padre del futuro cardenal, Constanza y Vasco que llegará a ser obispo de

Michoacán

276

.

 



Álvaro, regidor de Bercial de Zapardiel, se casa con Elena Muñoz Vela, con la que tiene

nueve hijos : Rodrigo, Juan (secretario de D. Juan de Austria), Vasco, María, Isabel (agustina en

Madrigal,1512), Gaspar, Juana Ángela (agustina en el mismo convento,1537), Constanza y

Agustina 



277

.  Hemos visto como el convento de agustinas de Madrigal había recogido, desde que

en 1438, se establece la Observancia de la Orden, muchas hijas de la nobleza, así como algunas

hijas bastardas de monarcas y principales del reino, entre otras  las hijas naturales de Fernando

el Católico, María y María Esperanza, que llegaron a ser prioras del convento de agustinas.

Precisamente estas dos hijas del rey Católico habrían de entrar en el convento de Madrigal bajo

la tutela de D. Álvaro de Quiroga, padre de Gaspar. En este sentido la familia de los Quiroga, al

igual que la Corona, apoyaron la reforma en las órdenes monásticas.



278

   Algunos autores dan el 13 de enero de1512.

279

   H. Pizarro Llorente Henar, op. cit., p. 49-95.



144

Aunque se desconoce con exactitud, la fecha  más probable del nacimiento de D. Gaspar

de Quiroga es la de 1509

278

. De su infancia en Madrigal se sabe que fue paje de Juana la Loca,

la que al parecer le ayudo a emprender sus estudios en Salamanca. Estos los inicia en el Colegio

de San Salvador de Oviedo, donde se gradúa bachiller en 1532. En 1536, al segundo intento,

consigue ingresar en el Colegio de Santa Cruz de Valladolid, graduándose  posteriormente en la

licenciatura de Cánones y ocupando en 1538 la cátedra de Vísperas. El papel de los colegios

mayores, como formadores de las élites que absorberá la nueva administración de los Austrias,

marca también la lucha entre facciones cortesanas asociadas, a las pugnas entre colegiales de

distintos centros (Santa Cruz versus San Bartolomé).

Quiroga permanece en Valladolid, compaginando sus estudios con el trabajo en la

Chancillería, hasta 1540 en que el cardenal arzobispo de Toledo, Juan Tavera, le nombra Vicario

General de Alcalá, con el apoyo de su tío Vasco y su hermano Rodrigo.  Quiroga inicia de esta

manera su carrera en los estamentos administrativos de poder al servicio de la monarquía, que

representaban los letrados provenientes de los Colegios Mayores. Con Tavera fue maestreescuela

de Alcalá y obtuvo un canonicato en Toledo, poco antes de que muriera el cardenal.  

De estos años son sus primeros contactos con la Compañía de Jesús, a través de Pedro

Fabro en su viaje por España. Esta relación con los jesuitas, que se incrementaría con los

contactos personales posteriores con Ignacio de Loyola en su viaje a Roma, influyeron en su

pensamiento sobre la espiritualidad reformadora y  más cercana a la mística que a la escolástica

tradicional, lo que le hizo a lo largo de su trayectoria ser defensor de las tesis jesuitas, agustinas

y carmelitas frente a las de domínicos y jerónimos, en las pugnas que surgieron, principalmente

en la universidades, tras el concilio de Trento.

El enfrentamiento con los colegiales de San Ildefonso de la universidad de Alcalá, motivó

su primer viaje a Roma para rendir cuenta al Papa. No fue hasta la muerte de Tavera en 1545,

cuando tuvo que emprender viaje para solicitar la absolución de Paulo III, la cual consiguió, al

parecer por mediación de la Compañía de Jesús, ayudándole también los jesuitas en torno a los

problemas surgidos en la provisión de su canonicato toledano.

A su vuelta encontró que tanto la muerte de Tavera como la posterior de Francisco Cobos,

había trastocado las relaciones de poder en torno a la Corte, con el predominio de Fernando

Valdés y sus allegados, contrarios a la política de los anteriores. 

Con el nuevo arzobispo Juan Martínez Silicio, Quiroga colaboró en la elaboración de los

nuevos estatutos de limpieza de sangre de la catedral toledana, a pesar de sus divergencias

ideológicas en esta materia 

279

. Los nuevos tiempos que corren por Europa antes del concilio de

Trento, con el surgimiento del protestantismo, reavivan la ortodoxia eclesiástica, que en el caso

de España adquiere un rasgo más complejo en la coexistencia de sus minorías étnicas,

especialmente la judía, que aun con altibajos, ha ido instalando sus esferas de influencia

económica y social, especialmente en el ámbito municipal. El Tribunal de la Inquisición resurge

al servicio de los cristianos “viejos”.


280

   M. Ortiz Aramín (ed.),  Memorias del cardenal D. Gaspar de Quiroga, Toledo,  1621. Documento del A. A. M.,

publicado por L. Represa de Partearroyo, Madrigal del Cid y de la Reina, CSIC, 1968, p. 328.

281


   H. Pizarro Llorente, op.cit., p.104-105.

282


   M. Ortiz Aramín (ed.),  op.cit.  Documento del A. A. M., publicado por L. Represa de Partearroyo, op.cit, p. 328.

145


Esta relación conflictiva, la mayoría de las veces, con Silicio concluye cuando es

nombrado Quiroga por el príncipe Felipe, en 1554, auditor del Tribunal de la Rota romana. El

príncipe  había conocido a Quiroga en su viaje a Toledo, poco ante de embarcarse en La Coruña

para su boda con María Tudor de Inglaterra.



“...Salió de Toledo para Roma en uno de abril de 1555 y se embarcó en Alicante a 24 de abril.

Caminando a Roma desde Florencia fue preso por los franceses cerca de Orbieto con dos

criados y le robaron su recámara, ropa y dineros. Entró en Roma a 12 de junio  y a uno de

octubre comenzó a servir el oficio en la Rota, Le acarició mucho el Papa Paulo IV, quien le tenía

afición desde que estuvo la otra vez en Roma. Todo el tiempo que duró la guerra que movió el

Papa al Rey Católico, por el reino de Nápoles, estuvo en Roma y se portó tan cuerdamente que

no cayó en desgracia del Papa, sino que le dio el decanato de León y otros beneficios...”

280

La campaña en Italia de Quiroga tuvo dos fases. El periodo romano de 1555 a 1559, como

auditor del Sacro Tribunal y la “visita” al reino de Nápoles, por encargo del monarca, de 1559

a 1564. El nombramiento de Giampetro Carafa como nuevo Papa, Paulo IV, en 1555  y su

posicionamiento con el monarca francés Enrique II, chocan con los intereses del rey Felipe II,

que tras las batallas de San Quintín (1557) y Gravelinas (1558) inician un periodo de mejor

entendimiento. Sin embargo la relación de Quiroga con el nuevo pontífice fue cordial, tanto por

su conocimiento previo, durante el primer viaje a Roma de Quiroga, como por las buenas

relaciones de ambos con los jesuitas

 

281

.  Durante su estancia en Roma sacó adelante los estatutos

de limpieza de sangre, bajo la directriz del Papa, si bien años más tarde, como Inquisidor General

defendió la reforma que limitaba esta reglamentación. Estuvo en contacto permanente con San

Ignacio, hasta el momento mismo de su muerte, siendo estos años en los que Quiroga entra en

la esfera de influencia del grupo ebolista entorno a Ruy Gómez de Silva. El Papa mantuvo en

todo momento una cordial relación con Quiroga, favoreciendo sus intereses.



“...Murió a esta sazón don Gutiérrez de Vargas, obispo de Plasencia y su vacante, codiciada de

muchos, por los beneficios y piezas de su provisión, la dio al doctor Quiroga, sin embargo, que

la solicitaba el Cardenal Pacheco, respondiendo el Papa al papel que le presentó Quiroga; “qui

nogat exandiatur”, entonces consiguió de Su Santidad, la confirmación del estado de limpieza.

Entre los papeles de Paulo IV, que murió a 18 de agosto de 1559, se encontró una memoria de

los que quería hacer Cardenales en las témporas de septiembre y entre ellos se contaba a

Quiroga...”

 

 

282

De las Visitas Generales ordenadas por el monarca en 1559 sobre los reinos y posesiones

de Italia, Quiroga se hizo cargo de la de Nápoles, que duró hasta 1563. Estas se establecieron al

objeto de reorganizar administrativa y fiscalmente los órganos de control territorial, tanto por el

cambio de monarca, como por la creación del Consejo de Italia, desgajado del Consejo de

Estado, en la nueva administración de Felipe II. La gestión de Quiroga fue eficiente, manteniendo

una correspondencia fluida con el monarca y adquiriendo una experiencia de la política italiana


283

   M. Ortiz Aramín (ed.),  op.cit.  Documento del A. A. M., publicado por L. Represa de Partearroyo, op.cit, p. 328.

146

que le permitió a su vuelta aspirar a cargos de mayor relevancia. Esta vuelta de Quiroga coincide



con la conclusión del Concilio de Trento, del que se mantuvo ausente. 

“...En el año de 1559, le encomendó Felipe II, la visita del reino de Nápoles y de todas las

provincias con todas las facultades. Entró en Nápoles día 11 de noviembre y gastó en esta visita

cuatro años y un mes , volvió de esta comisión, embarcándose en Génova en el buque que venían

los archiduques Rodolfo y Ernesto, los hijos de Maximiliano y llegó a Barcelona a 17 de marzo

de 1564. Acompañó al rey que estaba en esta ciudad a Valencia y de allí a Madrid, en donde se

vio la visita cuidadosamente, quedando el rey satisfecho de su entereza y justificación, Diole en

recompensa una plaza del Supremo Consejo de Justicia, con la de la Santa General Inquisición

a 27 de noviembre de 1565 y al año siguiente le encargó la visita del convento de cruzada: en

el mismo año y a 17 de mayo  le dio ochocientos ducados de pensión sobre el obispado e

Canaria. El año de 1567, le confió la Presidencia de Italia con los veinte ducados de gages

ordinarios, por asunto al gobierno del Principado e Cataluña de don Diego Hurtado de

Mendoza, Duque de Francavilla y tomó posesión a fin de julio de 1567...”


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