Tesis doctoral
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283 A su vuelta y tras un año de asesoramiento al Consejo de Italia, comienza el proceso de afianzamiento en la Corte, con Diego de Espinosa como nuevo presidente del Consejo de Castilla, en 1565. Este mismo año de 1565 Quiroga es nombrado consejero de Castilla y de la Inquisición; y en febrero del año siguiente visitador del Consejo de Cruzada. Al poco de entrar Quiroga en Inquisición, el nuevo pontífice Pío V consigue que se traslade a Roma, desde las cárceles de Valladolid, al arzobispo Carranza, acusado por el Santo Tribunal español de manifestaciones heréticas, en una pugna de trasfondo regalista entre monarquía y papado, que determinará la suerte de Bartolomé Carranza cuando ambas instituciones se alíen para luchar contra la amenaza del turco en el Mediterráneo en 1571. En el final de este proceso Quiroga es ya Inquisidor General. La visita al Consejo de Cruzada de la que se hizo cargo Quiroga y que duró hasta 1571, sirvió para delimitar el destino de algunos de los impuestos eclesiásticos: cruzada, subsidio y excusado, ante las necesidades económicas de la monarquía, tanto para la empresa de Lepanto, como para la futura formación de la Armada Invencible. Entre 1567 y 1571, presidió de forma eventual el Consejo de Italia, cargo en el que le avalaba su conocimiento de la situación italiana adquirida en su estancia en Roma y la “visita” al reino de Nápoles. Gaspar de Quiroga acompañó a Felipe II, en al año de 1570, en la campaña que trató de sofocar el levantamiento morisco del reino de Granada, que se había iniciado en 1568 y que duraría hasta 1571, con la intervención del hermano del monarca D. Juan de Austria. Éste, recordemos que fue padre de doña Ana, monja del convento de Madrigal, en el que fue obligada a entrar en 1575, a la temprana edad de 6 años y que tiempo más tarde se vería envuelta, junto con Gabriel de Espinosa, en el caso de sebastianismo de tan funestas consecuencias para sus protagonistas. Con la campaña de las Alpujarras y la victoria en Lepanto, D. Juan pasó a convertirse en una figura clave en la política de la monarquía hispana.
284 M. Ortiz Aramín (ed.), op.cit. Documento del A. A. M., publicado por L. Represa de Partearroyo, op.cit, pp. 329- 330. 147
Espinosa, Presidente de Castilla, asistiéndole don Diego de Soto, obispo de Segovia y don Juan Beltrán de Guevara, obispo de Mazara. Luego a ocho o nueve de junio fue a Cuenca a hacer su residencia, en donde resplandeció en todas las acciones de obispo. El mismo año de 1572, murió en Madrid el Cardenal Espinosa, Inquisidor General y Presidente de Castilla; La Inquisición General se dio a don Pedro Ponce de León, obispo de Plasencia; más como llegasen las bulas cuatro horas después de haber muerto, hizo el Rey inquisidor General a don Gaspar de Quiroga, cuyas bulas se despacharon sin saberlo el agraciado a 20 de abril de 1573 y se posesionó por mayo del mismo año. Entonces le hizo el Rey del Consejo de Estado y le encargó la superintendencia en las juntas que se hacían en su casa, Palacio de Flandes. El año de 1574, celebró Sínodo Diocesano en Cuenca y con pocas y buenas constituciones se remediaron muchos desórdenes envejecidos...” 284 En estos años Quiroga da ya muestras de su interés por acrecentar sus recursos económicos, que le llevaría a reunir en vida casi dos millones de ducados. En 1566 consigue que se le reconozcan sus derechos económicos sobre la canonjía Toledana en el pleito con el cabildo, por los años en los que no había podido residir en la diócesis. También en 1567 se beneficia de un pensión de 800 ducados sobre el obispado de Canarias, que disfruta hasta que pasa a ser obispo de Cuenca en 1571. Ocupa el obispado conquense hasta el año de 1577, sustituyendo en este cargo a Bernardo de Fresneda, que fuera confesor Real. Quiroga, defensor de los intereses de la monarquía y a la vez en buenas relaciones con el papado, pone en marcha algunas reglamentaciones emanadas tras el concilio de Trento, limitando así mismo el poder de los cabildos catedralicios y organizando un sínodo diocesano en 1574. En estos años va acumulando cargos públicos que culminan con el de Inquisidor General en 1573 y en 1577 con el arzobispado de Toledo, constituyendo el momento álgido de su carrera al servicio de la Corona. Bajo la influencia del nuevo Papa, Gregorio XIII, se va creando un grupo de poder dentro de la corte filipina, aglutinado en torno a la figura de D. Juan de Austria, al que pertenecen la princesa de Éboli Ana de Mendoza, el secretario Antonio Pérez y el propio Quiroga entre otros. Durante estos años Quiroga sigue manteniendo relación con Madrigal, donde viven algunas de sus hermanas y con la propia orden agustina, que junto a la de los jesuitas son con las que tiene mayor afinidad ideológica y espiritual. El nombramiento por parte de Felipe II de Quiroga como Inquisidor General en 1573, con la correspondiente bula papal, se produce en el monasterio agustino de San Felipe el Real de Madrid, en mayo de ese año, asistiendo Quiroga este mismo mes a la jura del heredero real Fernando, en la iglesia de San Jerónimo. En los 20 años en que Gaspar de Quiroga estuvo al frente del Santo Oficio, su esfera de influencia y poder dentro de la Corte pasa por tres periodos distintos. Hasta 1580, trabaja principalmente en el proceso de adaptación de la Inquisición al nuevo aparato administrativo de la Monarquía. Con la caída del secretario Antonio Pérez y de la princesa de Éboli y hasta el año de 1585, Quiroga se ve postergado en su arzobispado toledano, en un periodo dominado por la facción afín al otro secretario, Mateo Vázquez y no será hasta el regreso del monarca de su
285 Pizarro Llorente Henar, op.cit.. 286 Cuya obra se adjudica a Nates Naveda y posteriormente a Juan del Ribero en 1590. A. H. P. A. Lucas Gutiérrez de Cordovilla, L. 3765 s.f. 148
estancia de la corte lisboeta, tras la anexión de Portugal, cuando Quiroga vuela a tener protagonismo, si bien lo avanzado de su edad y el signo de los nuevos tiempos, con García de Loaysa, hacen que Quiroga centre parte de sus esfuerzos en lo que será su fundación póstuma en el convento de Madrigal. En el momento en que es nombrado Inquisidor General Quiroga tiene que entender sobre el proceso, que desde el año anterior de 1572 se estaba llevando a cabo por parte del Santo Oficio contra los agustinos hebraistas de la Universidad de Salamanca, entre los que se encontraba fray Luis de León. De los cuatro detenidos dos de ellos, Gaspar de Grajal y Alonso de Gudiel, mueren en la cárcel, mientras que los otros dos, fray Luis y Martínez Cantalapiedra, ven como su proceso se dilata hasta 1576 en el que salen de prisión, debido a la intervención directa de Quiroga, cuyo conocimiento y amistad con fray Luis venían de antiguo
. Las pugnas en las cátedras universitarias, especialmente entre agustinos y jesuitas por una parte y domínicos, jerónimos y mercedarios por otra, refleja la lucha entre el humanismo renaciente que se abre paso sobre las concepciones escolásticas ya superadas, las cuales identifican algunas de sus premisas en la ortodoxia de Trento. La critica aristotélica y por lo tanto Tomista, provoca un segundo proceso a fray Luis en 1582, que dura hasta 1584 y que termina de forma similar al primero con la intervención absolutoria de Quiroga y la reprimenda a fray Luis, al que se le obliga con el voto de silencio. La relación entre Quiroga y fray Luis, de la que conocemos algunos aspectos, se puede concretar en los siguientes puntos: .- Previo a los procesos existió un trato entre ambos de amistad y / o conocimiento, con planteamientos de pensamiento común al de jesuitas y agustinos, que a la larga evitó la condena en ambos procesos. .- La larga duración del primer proceso, al que Quiroga se incorpora al año de iniciarse, cuando es nombrado Inquisidor General, parece indicar que o bien el Inquisidor tuvo dudas del propio fray Luis, o que lo reciente de su nombramiento le hizo actuar con excesiva precaución; si bien a este respecto hay que señalar la cierta autonomía entre los tribunales provinciales como el de Valladolid y el central en el que se encontraba Quiroga .- En el segundo proceso, a pesar de la diligencia con que se instruyó, tuvo un posterior retraso de casi dos años en la sentencia definitiva, motivado quizá, entre otras razones, por la perdida de poder por parte de Quiroga en el Santo Tribunal, derivado de la desconfianza real tras el caso de Antonio Pérez y la princesa de Éboli. .- Es evidente que la relación de amistad se mantuvo con posterioridad a 1582. No tanto por la dedicatoria del Salmo XXI, desde la cárcel, como por el encargo personal que aceptó fray Luis tras el segundo proceso, al hacerse cargo de organizar la ampliación del convento agustino extramuros de Madrigal 286 , iniciativa que se paraliza en 1591 con la 287 La obra literaria de Santa Teresa tuvo algunos problemas de censura, especialmente esta obra de “El libro de la vida”, que finalmente se pudo imprimir, con el apoyo de Quiroga, el cual encarga a Fray Luis la edición de las obras de la Santa, que se publican póstumamente en 1588. 149 muerte de Fray Luis en dicho convento. Entre 1584 y 1589 fray Luis se había desplazado con frecuencia a Madrid para hacerse cargo de algunos pleitos de la Universidad de Salamanca, entrevistandose asiduamente con Quiroga, aparte de por razones de amistad, como enlace ante las informaciones requeridas a las universidades por parte del Consejo de Inquisición para la elaboración del Indice de Libros Prohibidos. Es en estas fechas cuando probablemente Quiroga trata con fray Luis el tema del convento de Madrigal. Durante el periodo como Inquisidor General, Quiroga tuvo que intervenir así mismo en los casos de Arias Montano y la ortodoxia de su Biblia Regia y en el proceso que se siguió en 1584 contra El Brocense, por la denuncia ante sus críticas en el ámbito universitario y que concluyó sin mayor trascendencia, con el apercibimiento por el inquisidor. Intervino también en la erradicación de algunos nuevos brotes de “alumbrismo” en Extremadura y Andalucía, denunciados por el domínico fray Alonso de la Fuente. La propia Teresa de Jesús vio como el manuscrito de su Libro de la Vida fue revisado por el Santo Tribunal
, a iniciativa del despecho de Ana de Mendoza con respecto a la orden carmelita, tras su paso por Pastrana. La mediación de Luisa de la Cerda y el beneplácito del Inquisidor por el contenido del libro, así como la simpatía por la propia reforma llevada a cabo por la carmelita de Ávila, que encajaba dentro de la reforma de la observancia auspiciada por la monarquía, determinó que no se llegase a iniciar el proceso. La relación entre Quiroga y Teresa de Ávila pasó por algunos momentos de tirantez, cuando el Inquisidor trató de impedir la enclaustración de su sobrina Elena de Quiroga en el convento carmelita de Medina del Campo, en el que ella misma había ayudado económicamente a su fundación y donde se encontraba su hija Jerónima. Sin embargo, la reticencia a dejar fundar en Madrid a la de Ávila vino motivada también, tanto por la falta de rentas, como por las dificultades que atravesó la consolidación de la reforma descalza hasta la creación de la Provincia de Castilla en 1579. Otro tanto había ocurrido en las vicisitudes sufridas para la fundación pocos años antes, del convento agustino de San Felipe el Real de Madrid, con patrocinio del príncipe y que tanta relación tuvo con el convento de Madrigal. Entre las labores como Inquisidor General destaca la publicación en 1583 del Índice de Libros Prohibidos, al servicio de la ideología confesionalista de Felipe II, que trataba ya no tanto de impedir la difusión de las ideas protestante y luteranas, sino de favorecer un control social afín a la monarquía. Esta revisión y puesta al día de anteriores catálogos, donde se expresaban las obras y autores considerados heréticos, se acompañaba de un Expurgatorio que censuraba parcialmente las obras que debían corregir algunas de sus partes para su publicación. Siendo Quiroga consejero de Estado desde finales de 1573, participó en la política sobre la pacificación de Flandes, cuyos costes provocaron la suspensión de pagos por parte del monarca hispano en 1575. Participó también en el inicio de los planes de intervención contra la Inglaterra de Isabel I, con el beneplácito del Papa y de Antonio Pérez, que apoyaba a D. Juan de Austria. A la muerte del arzobispo Bartolomé de Carranza en las cárceles romanas en mayo de 1576, Quiroga, que tanto empeño puso en su condena ante Gregorio XIII, aspirará al
288 J. L. Tellechea Idígoras , Fray Bartolomé de Carranza. Documentos históricos, Madrid, 1962. 289 De Santa Balbina. 290 M. Ortiz Aramín (ed.), op.cit. Documento del A. A. M., publicado por L. Represa de Partearroyo, op.cit, p. 331 . 150
arzobispado toledano con el apoyo del secretario. El interés por la condena de Carranza partió principalmente del monarca y sus consejeros, no tan solo porque algunas de sus manifestaciones se tuviesen por heréticas dentro de un clima de ortodoxia religiosa, sino porque el propio Felipe II utilizó las rentas arzobispales para sus campañas bélicas, que aportaron a las exiguas arcas reales 1 millón de ducados. A la muerte de Carranza, la condonación por parte del Papa de parte de lo usurpado por el monarca de las rentas toledanas se hará a cambió del apoyo de éste en la empresa contra Inglaterra, que se empieza a gestar por estas fechas
. Aparte del expolio del arzobispo, Felipe II ordenó la enajenación sobre muchas de las posesiones del arzobispado toledano, entre 1575 y 1582. Las cuantiosas rentas que producía éste, motivó que siempre fuese un cargo codiciado. El nombramiento de Quiroga se produjo con la ayuda ante el monarca de Antonio Pérez, un poco antes del asesinato de Escobedo, lo que para algunos autores constituye un indicio de que Quiroga estaba al corriente de la suerte que iba a correr el secretario de D. Juan. También con el apoyo de Antonio Pérez, Quiroga recibe el capelo cardenalicio 289 en diciembre de 1578, cuya ceremonia se celebra en las Descalzas Reales de Madrid. “... tomose la posesión ... por don Antonio Mauriño de Pazos, obispo de Pavia, en Sicilia y electo obispo de Ávila. Le cumplimentó el cabildo y en esta ocasión dijo: “Que mucho mayor contento le había dado la nueva de que era colegial de Santa Cruz, que no esta de que era arzobispo de Toledo... ...Desde Toledo volvió a Madrid a hace tiempo a congratularse con el Rey por el nacimiento del infante don Felipe (III) que sucedió a 14 de abril de 1578. Le bautizó el arzobispo y fue el hijo cuarto del cuarto matrimonio de Felipe II....” “...Llegó a Madrid la nueva del capelo a 20 de enero de 1579, trájole Juan Bautista Magnano, su camarero secreto, que llegó a Madrid a siete de abril del mismo año y le recibió el dos de agosto, en el convento de las Descalzas Reales, de mano del Nuncio Apostólico obispo de Plasencia. Después le envió el Papa el título de Santa Balbina, que fue el que tuvo el Cardenal Cisneros, su antecesor...”
290 El nombramiento de Quiroga como arzobispo de Toledo en febrero de 1577, marca el punto álgido de su carrera cortesana. Si la decisión del nombramiento la toma Felipe II en octubre del año anterior, no será hasta la primavera de 1578 cuando Quiroga tome posesión del cargo, coincidiendo con el bautizo del príncipe Felipe. El rey había tardado en elegir al sucesor de Carranza por cuanto tuvo en mente que fuese su sobrino el Archiduque Alberto de Austria su sucesor, si bien la joven edad de este desaconsejó tal iniciativa, buscando una persona que como Quiroga, por lo avanzado de su edad, permitiese suponer un relevo a corto plazo, sin prever los casi 18 años que todavía iba a vivir el nuevo cardenal, de una longevidad sorprendente para la época.
291 D. Juan de Austria, muere en Nemours, el 1 de octubre de 1578, probablemente envenenado. 151 Durante su prelatura arzobispal, que ostentó hasta su muerte en 1594, Quiroga mantuvo en líneas generales una buena relación con el cabildo, de acuerdo con su carácter conciliador. Otros dos acontecimientos marcaron estos años cruciales para Quiroga: la muerte en Flandes del propio hermanastro del rey en octubre de 1578 y la batalla de Alcazarquivir con la desaparición del rey de Portugal, Sebastián, que abre las puertas al monarca hispano para lo que será la futura anexión de Portugal. Quiroga en la cuestión portuguesa apoya en un primer momento la invasión armada, si bien posteriormente, quizá por la influencia de Pedro de Ribadeneyra, mantiene una opinión contraria, más en la línea del acuerdo defendida por el Papa que por otro lado se decanta a favor de la Duquesa de Braganza en la causa de mantener las coronas independientes. A la muerte del Cardenal Infante Enrique, el 31 de enero de 1580, la falta de acuerdo con los otros dos pretendientes, especialmente con el Prior de Crato, D. Antonio, produce la intervención armada comandada por el Duque de Alba, quedándose Quiroga fuera del séquito que acompaña al monarca y volviendo a Toledo, lo que provocará, junto a la causa de la facción ebolista, el inicio de su declive político. Durante la campaña de Portugal Quiroga se ocupa para el monarca de tareas menores como el “acoger” en la cárcel castillo de Santorcaz a los familiares e hijos de D. Francisco de Portugal, o el organizar el sepelio del Nuncio Frumento, que tan grato le fue al Papa. Con la caída de Antonio Pérez y la Princesa de Éboli en julio de 1579, tras la muerte de Escobedo secretario de D. Juan de Austria el año anterior y con la llegada de Granvela en junio de 1579 a la Corte, se ven afectados algunos de sus colaboradores, como el Marqués de Vélez y el propio Quiroga, que ve como su poder queda relegado al ámbito de su arzobispado toledano. No cabe duda que la toma de partido por el secretario influyó en que, en la causa posterior, se viese de alguna forma Quiroga arrastrado por ella. Todo este proceso, que en gran medida va a influir sobre Quiroga, comienza con la muerte de Escobedo en 1578, quizá como consecuencia de las sospechas de traición de D. Juan (alentadas por el Marqués de Vélez) y las maquinaciones de Mateo Vázquez, que verá la oportunidad de desembarazarse de su rival. En la primavera de 1579 Felipe II cambia la actitud inicial frente a Antonio Pérez, por una parte la llegada de los papeles de su hermanastro a Santander
convencen al monarca de las intrigas de su secretario y le producen remordimiento de no haber tratado adecuadamente a D. Juan y por otra el inconveniente que supone para el monarca los intentos de Doña Ana de Mendoza de emparentarse familiarmente con la de Braganza (al tratar de casar a una de sus nietas con el Duque de Barcelós) en estos momentos opositora a las pretensiones del rey sobre la corona portuguesa. Todo ello conduce a la prisión del secretario en julio de 1579 y a la defenestración del grupo afín, afectando a Quiroga anímicamente. Quiroga visita a Juana Coello, mujer del secretario y a los hijos de la de Éboli y posteriormente efectúa algunas visitas a la cárcel a Antonio Pérez, hasta el año de 1590 en que este huye a Aragón. La prisión de la mujer de Antonio Pérez se prolongará hasta la muerte del monarca. El estado de ánimo de Quiroga pasa por un mal momento, como se comenta en la correspondencia entre el representante en Roma del rey, Juan de Zúñiga y su secretario Termiño.
292 Archivo de Altamira, colección Favre de Ginebra, t. XVI en M. Formica ,La hija de D, Juan de Austria. Ana de Jesús en el proceso al pastelero de Madrigal, Madrid, 1975. 293
M. Ortiz Aramín (ed.), op.cit. Documento del A. A. M., publicado por L. Represa de Partearroyo, op.cit, pp. 331- 332.
294 H. Pizarro Llorente, op.cit., p. 483. 152
A partir de 1580 la facción cortesana en torno a la figura de D. Juan de Austria y Antonio Pérez, desaparece del escenario político, arrastrando a los demás miembros, con la única salvedad de Quiroga, que aunque pierde el favor real y su influencia en los consejos, mantiene tanto su arzobispado como el cargo de Inquisidor General, si bien el poder de la Suprema queda controlado ahora por Mateo Vázquez, al hacerse cargo de la secretaría del Consejo en 1581. Otro hombre fuerte, Francisco de Zapata y Cisneros, conde de Barajas, sustituye al Marqués de Vélez como Mayordomo de la Reina y en 1582 es presidente del Consejo Real. “...El mismo año de 1580 a 17 de mayo se publicaron las constituciones de un Sínodo Diocesano
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