J. K. Huysmans
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- J.-K. Huysmans, del satanismo al cristianismo
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Nº.11 Santa Liduvina de Schiedam J. -K. HUYSMANS PRIMERA EDICIÓN: Febrero, 2017 © DE ESTA EDICIÓN: CERMI Ediciones Cinca, S.A . TÍTULO ORIGINAL FRANCÉS: SAINTE LYDWINE DE SCHIEDAM © De la traducción: Julia Escobar © De la introducción: Julia Escobar © Ilustración de cubierta: Beata Anna Schäffer, autor desconocido. Reservados todos los derechos. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transforma- ción de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Re- prográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. La responsabilidad de las opiniones expresadas en las obras de la Colección Empero editadas por Ediciones Cinca, S.A., incumbe exclusivamente a sus autores y su pu- blicación no significa que Ediciones Cinca, S.A., se identifique con las mismas. DISEÑO DE LA COLECCIÓN: Juan Vidaurre PRODUCCIÓN EDITORIAL, COORDINACIÓN TÉCNICA E IMPRESIÓN: Grupo Editorial Cinca c/ General Ibáñez Íbero, 5A 28003 Madrid Tel.: 91 553 22 72. grupoeditorial@edicionescinca.com www.edicionescinca.com DEPÓSITO LEGAL: M-39085-2016 ISBN: 978-84-16668-22-9 Traducción del francés e introducción de Julia Escobar Santa Liduvina de Schiedam J. -K. HUYSMANS AL Sr. y la Srª LÉON LECLAIRE AMIGOS Y COMPAÑEROS DE SCHIEDAM y LIGUGÉ Afectuosamente J.K.H. I NTRODUCCIÓN ...................................................... P RÓLOGO ................................................................. C APÍTULO I ............................................................. C APÍTULO II ........................................................... C APÍTULO III .......................................................... C APÍTULO IV .......................................................... C APÍTULO V ............................................................ C APÍTULO VI .......................................................... C APÍTULO VII ....................................................... C APÍTULO VIII ...................................................... C APÍTULO IX ........................................................ C APÍTULO X .......................................................... C APÍTULO XI .......................................................... C APÍTULO XII ........................................................ C APÍTULO XIII ...................................................... C APÍTULO XIV ....................................................... C APÍTULO XV ........................................................ C APÍTULO XVI ...................................................... A PÉNDICE ................................................................ 9 19 33 75 83 99 121 131 141 161 189 207 227 245 261 281 299 329 351 Índice 7 J.-K. Huysmans, del satanismo al cristianismo Joris-Karl Huysmans, cuyo verdadero nombre es Charles-Marie-Georges, nació en París el 5 de febrero de 1848. Su padre era holandés, pintor miniaturista y descendiente de pintores, y su madre francesa, proce- dente de una familia de funcionarios públicos pero con un abuelo escultor. Vive pues en un ambiente impreg- nado de arte. Con ocho años pierde a su padre y reside con su madre y su tío en la rue de Sèvres, en el antiguo convento de los Premonstratenses. En 1857 su madre abre un taller de encuadernación y se vuelve a casar, ma- trimonio del que tendrá dos hijas. Georges estudia en el Liceo Saint-Louis y en 1866, recién terminado el bachi- llerato, se matricula en Derecho y en Letras y obtiene, gracias a su tío, un empleo en el Ministerio de Interior y del Culto, iniciando así una larga carrera funcionarial de 27 años por la que recibió en 1893 la Legión de Honor. En 1867 muere su padrastro y su madre en 1876, quedando él como tutor de sus dos hermanastras. Ese mismo año, publica en Bruselas, por miedo a la censura, 9 INTRODUCCIÓN Marthe, historia de una fulana, prosiguiendo así su anda- dura literaria, que había iniciado en 1874 con un volumen de poesía, Le drageoir aux épices, pagado por él mismo. En abril de ese mismo año, visita por primera vez a Émile Zola, a quien admira. Zola es ya la cabeza de la es- cuela naturalista que arrancará formalmente ese año, in- cluyendo a Huysmans en sus filas. Se inicia así una intensa relación literaria que se plasmará en el libro co- lectivo, Las veladas de Médan 1 , en el que participan todos (Guy de Maupassant, Léon Hennique, Paul Alexis, Henri Céard, Émile Zola y él mismo). Sus conocimientos en la materia y su fuerte inclinación artística le llevan también a cultivar la crítica de arte (el libro, El Arte Moderno, re- coge sus escritos críticos entre 1883 y 1889). Durante ese período publica Las hermanas Vatard (dedicada a Zola), En ménage (traducida al español como En familia), Apuntes parisienses, Un dilema, À vau-l’eau (traducida al español como Río abajo y Aguas grises), expresión que yo traduciría por “a la deriva”. En 1884 publica À rebours (que conoce en español tres versiones: Al revés, Contranatura y A contrapelo); esta no- vela, con la que J.-K.H. consigue suscitar un gran interés entre sus colegas literatos, supone un punto de inflexión, pues marca su independencia respecto al naturalismo. Sus novelas En rada, publicada en 1886, y Là-bas (Allá lejos y Allá abajo, en sus diferentes versiones al español), en 1891 –ferozmente atacada por Léon Bloy– fueron 10 Santa Liduvina de Schiedam 1 Tertulias literarias así llamadas por ser donde tenía una propiedad Zola en la que se reunían los escritores naturalistas y otros literatos. consideradas por Zola un golpe mortal al movimiento hasta el punto de considerar casi imposible que Huys- mans pudiera seguir siendo naturalista después de aque- llo, y los demás, incluido Maupassant, estuvieron de acuerdo. Se inicia entonces, en su obra y en su vida, una se- gunda etapa que le lleva desde una pronunciada atrac- ción hacia el ocultismo y el satanismo, plasmada en Là-bas, a una conversión sin reservas al catolicismo, pro- ceso que ya asoma en esas mismas páginas, sin dejar por ello de ser un escritor y una persona profundamente ori- ginal y una excepción, y sin dejar tampoco de ser natu- ralista en el fondo, entendiendo por naturalismo lo que el propio J.-K.H., cuando lo era sin rebozo, describió como “hacer lo que veo, lo que vivo, lo que siento, escri- biéndolo lo menos mal posible”. Para esa alma torturada y hastiada de lo que ya considera falsos placeres, el ca- mino del malditismo al cristianismo, que tantas perple- jidades ha despertado en su alrededor, no se recorre sin altibajos y recaídas. Huysmans narra el proceso a través de Durtal, su alter ego, protagonista de Là-bas y de la serie de novelas que se suceden: En camino, La catedral y El oblato. La conversión de Huysmans, polémicas e inter- pretaciones abusivas aparte, es una de las que más han prestigiado esa opción tan críticamente considerada entre la clase intelectual francesa, mayoritariamente vol- teriana y laicista. La nómina de conversos ilustres en ese período es larga: Huysmans, Bloy, Masis, Sachs, Du Bos, Péguy, Claudel, Bernanos, Max Jacob, Cocteau, Mau- riac…personalidades nada sencillas; como apunta el abbé Mugnier, hay incluso un violento componente de anti- 11 J. -K. HUYSMANS clericalismo en algunos de esos “nuevos conversos” y un fuerte rechazo a las manifestaciones de la piedad conven- cional y mecánica. Precisamente el abbé Mugnier, es decisivo en la con- versión de J.-K.H. El 28 de mayo de 1891, Mugnier anota en su famoso Journal: “Berthe Courrière me ha traído a la sacristía al novelista Huysmans”. Courrière era una extraña mujer; amante de Remy de Gourmont, y modelo de Clésinger para su estatua de la República. Fue asi- mismo, junto a otra amante de J.-K.H., Henriette Maillat, una de las modelos de la Madame Chantelouve, en Là- bas. Ella le había presentado previamente al abbé Bou- llan, muy comprometido con el satanismo y el misterioso culto de Melquisedec, pero le sabía insatisfecho e in- quieto y le condujo al abbé Mugnier para que le ayudara a “encontrarse”. Huysmans supone, con la princesa Bi- besco, y en otro sentido el propio Proust, el mayor logro de la obra evangelizadora llevada a cabo por el “cura mundano”, como le llamó Huysmans, en los salones li- terarios y sociales del faubourg Saint-Germain, donde las duquesas y las marquesas se lo rifan para sus cenas y tertulias. El abbé Mugnier y Huysmans se convierten en amigos íntimos hasta la muerte de este último, quien, in- ducido por el primero inicia, de 1892 a 1900, una serie de peregrinaciones y estancias en diferentes cartujas cis- tercienses; reside en varias ocasiones en la trapa de Igny, en la abadía de Ligugé y otros lugares de retiro 2 . Viaja 12 Santa Liduvina de Schiedam 2 Véanse: Abbé Mugnier, J.K. Huysmans à la Trappe, Paris, le Divan, 1927; J.-K.Huys- mans, Pages catholiques, Stock éditeur, Paris, 1900; Lucien Descaves, albacea testa- mentario de Huysmans, Deux amis. J.-K- Huysmans et l’abbe Mugnier, Paris, Plon, 1946. también por Holanda y Bélgica en busca de Liduvina de Schiedam sobre quien empieza a documentarse para es- cribir la biografía que ahora publicamos, proyecto que ya se menciona en su novela En camino. En 1898 Huysmans se retira de la función pública e inicia su noviciado en Ligugé como oblato, al tiempo que publica La Catedral. El 6 de abril de 1900, gracias a un permiso que le da su abad, viaja a París para presidir la primera reunión de la Academia Goncourt, de la que ha sido nombrado presidente. En 1901, fecha de la publica- ción de Santa Liduvina de Schiedam, se ve obligado por la ley Combes de separación de la Iglesia y el Estado a dejar Ligugé e instalarse en París en el anejo de un con- vento de benedictinas. En 1902 le aparecen los primeros síntomas del cáncer de mandíbula; al año siguiente pu- blica El oblato y viaja a Lourdes (tres años después pu- blica Les foules de Lourdes, traducido al español por Las olas humanas de Lourdes) y algunos libros de crítica de arte. Cada vez más enfermo, se niega recibir ningún tra- tamiento y muere, entre dolores atroces, el 12 de mayo de 1907, siendo amortajado con su traje de oblato. Tras la publicación de À rebours, Barbey d’Aurévilly vaticinó que a J.-K. Huysmans solo le quedaba elegir “entre la pis- tola o la Cruz”, no cabe duda de que eligió esta última. El caso Huysmans. Santa Liduvina de Schiedam, cuya traducción presen- tamos aquí, no es la obra más conocida de Joris-Karl Huysmans; en cierto modo constituye una rareza en la ya de por sí excepcional trayectoria literaria de este 13 J. -K. HUYSMANS autor. Aunque en principio, pertenece a un género muy específico –la hagiografía– resulta bastante difícil clasi- ficarla dentro de él. Ya solo el hecho de que lo cultive puede resultar desconcertante en un autor tan especial en todos los sentidos, incluso después de su conversión al catolicismo, y con unos antecedentes tan alejados de la ingenua y tosca piedad que caracteriza a ese género. Pero sin duda alguna debió de verse en cierto modo obli- gado a someterse a esa disciplina, una más en el arduo camino que había elegido. Liduvina es una víctima ex- piatoria, que se pone en el lugar de los pecadores para rescatarles del Purgatorio, y en el lugar de su propia ciu- dad para liberarla de una invasión. Huysmans dice de ella que “era el pararrayos de su patria, pero aunque había sido crucificada por todos, deseaba ser crucificada por cada uno; iba de lo general a lo particular”. En la re- dacción de este libro, J.-K.H. fluctúa entre esa misión edi- ficadora y evangelizadora de que se siente imbuido y que incorpora –no sin distancia– muchos elementos de la le- yenda dorada, reflejados en la biografía propiamente dicha de la santa, y una irresistible entrega a sus obse- siones estéticas plasmada en las apocalípticas descripcio- nes de la Edad Media europea y de la época de Liduvina con las que se desquita de las restricciones expresivas propias del género, pasando de la leyenda dorada a la le- yenda negra. Una de las características de Huysmans es su faceta de “hacedor de lenguaje” por su frecuente uso de palabras “raras” o inusitadas que dificulta (y enriquece) tanto su lectura como su traducción. Para ceñirnos a este libro, nos encontramos con palabras como “trucidar”, por tri- 14 Santa Liduvina de Schiedam turar, apelaciones como el Bajísimo, para referirse al Ma- ligno, “báratros” (los precipicios en donde tiraban a los criminales en Atenas) para hablar del infierno, “celícola”, por habitante del cielo, “cristícola”, por servidor de Cristo, “deícola” por adorador de Dios, “turíbulos”, por incensa- rios y muchas más de esta índole que son moneda co- rriente en su prosa. Su aportación a la lengua literaria de 1880 a 1900 ha sido objeto de numerosos estudios filoló- gicos 3 . Su estilo (entendiendo por ello el uso de los recur- sos morfológicos y sintácticos de la lengua), aferrado a la estética de la frase, ha sido considerado por los lingüistas como uno de los ejemplos más notables de ese periodo, llegando a hablarse del “caso Huysmans”. Este aspecto ha sido incluso incorporado a la ficción por Houellebecq en su novela Sumisión donde el protagonista es un espe- cialista en Huysmans (que se convierte así en el otro gran protagonista de la novela) el cual no solo ha escrito su tesis sobre él, sino también un ensayo sobre sus neologis- mos y además le han propuesto dirigir la edición de J.- K.H. en La Pléiade, edición ficticia, por supuesto, pues Huysmans no figura todavía en ella en la realidad. En efecto, el vocabulario de J.-K.H. está trufado de ne- ologismos, aunque sería más acertado hablar de cultis- mos e idiotismos propios de una mente refinada, atraída por la forma y la belleza, a lo que hay añadir ese conoci- 15 J. -K. HUYSMANS 3 E. Frey, La langue de J.-K. Huysmans; la phrase et le vocabulaire de J.-K.-Huysmans. In Mélanges Brunot, Paris, Société Nouvelle de Librairie et d’Édition, 1904, pp. 163- 188. Cressot, Marcel, La phrase et le vocabulaire de J.-K. Huysmans. Contribution à l’- histoire de la langue françasie pendant le dernier quart du 19e. siècle. Paris, Droz, 1938, 604 pp. miento del vocabulario popular, lenguaje bastante arcai- zante y con fuertes raíces en el vocabulario corporativo de determinadas profesiones artesanales y dialectos re- gionales, como le pasa a Colette y a muchos otros escri- tores de otras lenguas –pienso entre nosotros en Azorín– que quieren reflejar dichas realidades por con- sideraciones en las que la estética, pero no solo la esté- tica, predomina. El empleo casi constante de esos dos niveles de lengua, culto y popular, pero un popular-culto, por así decirlo, no es inocente, no obedece a un esteti- cismo buscado ni mucho menos decadente, sino a una vo- luntad de expresar y por lo tanto transmitir una realidad palpable y material de las cosas usadas y nombradas según ese uso, para dar fe, en el sentido notarial y teolo- gal del término. En todos estos aspectos reside las difi- cultades con las que me he tropezado al traducir este libro y que he resuelto de diferentes maneras, recu- rriendo algunas veces a las notas a pie de página, según el contexto. Unas palabras sobre la recepción de Huysmans en Es- paña que fue casi inmediata 4 . Desde muy pronto tuvo grandes admiradores; Vicente Blasco Ibáñez publicó y prologó algunos de sus títulos en su editorial Prometeo y, desde entonces, de manera ininterrumpida, sus obras han sido traducidas al español con mayor o peor fortuna, produciéndose, como prueba de su ya aducida compleji- dad lingüística, diferentes versiones de sus títulos, en es- pecial de À rebours y de Là-bas. En lo que respecta a Santa 16 Santa Liduvina de Schiedam 4 Hernández García, José Antonio, “Obras en traducción español” in www.huysmans.org/sp/bibliogs/bibliog2s.htm Liduvina de Schiedam, existía una primera traducción al español: Santa Liduvina de Schiedam (Biografía novelesca), colección “Grandes escritores contemporáneos”, traduc- ción de Luis Cánovas; Madrid, Editorial Estrella, Satur- nino Calleja, 1920. La presente traducción se ha realizado desde la edición francesa de 1901; (http://www.huysmans.org/lydwine/lyd1.htm), Sainte Lydwine de Shiedam. Les éditions G. Cres et Cie, 1901. Madrid, diciembre de 2016 Julia Escobar 17 J. -K. HUYSMANS PRÓLOGO 19 La vida de santa Liduvina ha sido escrita sucesiva- mente por tres religiosos, los tres fueron sus contempo- ráneos: Juan Gerlac, su pariente, sacristán del monasterio agustino de Windesem. Vivió, durante muchos años junto a la santa, en su propia casa, y nos cuenta su exis- tencia de visu. Juan Brugman, hermano menor de la Observancia. Se inspiró en la historia de Gerlac que tradujo del alemán al latín y la amplió, sobre todo, con los datos que le pro- porcionó Juan Walter de Leyde, el último confesor de Li- duvina. Tomás de Kempis, sub prior de los canónigos agusti- nos del Monte de Santa Inés, cerca de Zwolle; su narra- ción es un compendio de la de Brugman, pero contiene detalles inéditos que recogió en el entorno de la bien- aventurada, en el mismo Schiedam. Por último anoto, como recordatorio, un resumen de dichos libros, redactado posteriormente, en el siglo XVI, por Surius, y antiguas traducciones francesas del texto de Brugman, editadas en el siglo XVII por Walrand Caoult, sacerdote, Douay, in-12, 1600; por Miguel de Esne, obispo de Tournay, Douay, in-12, 1608, por el P. Thiersaut, París, in-12, 1637. De los biógrafos modernos se hablará más adelante. Las monografías de Gerlac y de Brugman fueron im- presas y anotadas por Enschenius y Papebroch en la co- lección de los bolandistas, las Acta Sanctorum. Juan Gerlac fue un reputado escritor cuyos Soliloquios siguen siendo todavía muy buscados desde el punto de vista ascético; según testimonio de sus contemporáneos fue un fraile muy fervoroso y humilde; a Juan Brugman, un amigo de Dionisio el Cartujo, lo cita Wading en los Anales de su orden como uno de los predicadores céle- bres de su siglo; confirma que era admirable, tanto por la nobleza de su elocuencia como por la amplitud de sus virtudes; Tomás de Kempis, uno de los presuntos autores de la Imitación de Cristo, nació el mismo año que Liduvina y murió en olor de santidad, en 1471, tras haber escrito toda una serie de obras místicas de las que se han hecho varias traducciones. Estos tres hagiógrafos son personas conocidas y dig- nas de crédito, tanto por su situación como por la probi- dad de su alma; hay que añadir que los detalles de sus obras se pueden cotejar con un expediente oficial que re- dactaron los regidores de Schiedam de la época de la santa, cuya vida cribaron, tras una atenta y minuciosa investigación. 20 Santa Liduvina de Schiedam J. -K. HUYSMANS 21 No hay, pues, libros históricos que, como los suyos, se presenten en mejores condiciones de buena fe y certi- dumbre. Dicho esto, hay que confesar que, gracias a ellos, la historia de Liduvina es una madeja muy difícil de desen- redar. Es imposible adoptar el orden cronológico; Brug- man declara tranquilamente «que juzgaría inconveniente proceder de tal manera»; so pretexto de ser más edifi- cante, agrupa las escenas de la vida de la bienaventurada según la lista de las cualidades que se propone destacar; con este método, que es también el de Gerlac y el de Kempis, no hay manera de saber si tal acontecimiento que nos refieren ocurrió antes o después de otro que nos cuentan. Esta manera de escribir la historia era la de todos los hagiógrafos de la época. Narraban las anécdotas mez- clándolas, ocupándose solamente de clasificar las virtu- des para poder abrir, a propósito de cada una de ellas, un cajón de lugares comunes adaptables a cualquier santo; entreveraban esos piadosos estribillos con citas de sal- mos y eso era todo. A primera vista parece que se pudiera solventar este desorden extrayendo y comparando las fechas desperdi- gadas, aquí y allá, en los libros de los tres escritores y utilizándolas, como puntos de referencia, para determi- nar la vida de la bienaventurada; pero este sistema no conduce, en modo alguno, a los resultados prometidos. Gerlac y Brugman nos dicen a veces que cierta aventura que relatan ocurrió en torno, o incluso el mismo día de la festividad de tal santo; evidentemente, mediante esta indicación, podemos encontrar a cuántos 1 y el mes, pero no el año, que omiten especificar; las fechas más precisas que señalan, sobre todo Gerlac, van referidas a menudo a episodios de mínima importancia y no siempre coinci- den con las de Tomás de Kempis. Este, muy meticuloso cuando se trata de anotar las fiestas litúrgicas, nos pro- porciona cierto número de cifras, pero ¿cómo fiarse? Sus fechas, examinadas de cerca, son inexactas; por ejemplo, hace morir a una sobrina de Liduvina, Petronila, en 1426, cuando nos la muestra asistiendo en casa de su tía a una escena en la que resultó herida, en 1428. Una de las dos fechas es falsa, la segunda, con certeza, porque la cifra de 1425, que los otros dos escritores dan, parece segura esta vez. Aunque todas estas fechas se concertaran y ajustaran entre sí habría que seguir encajando al azar, entre deter- minados hechos datados, otros que no lo están, y nada indica esta clasificación. Sea como fuere, hay que renun- ciar en este relato a la precisión cronológica. Por otra parte, en la obra de los tres biógrafos figuran varios personajes que son amigos y cuidadores de Lidu- vina, y no se nos ha dejado ningún dato sobre ellos; estos comparsas se mueven aparte, vienen de no se sabe dónde y acaban no se sabe cómo; por último, para aumentar la confusión, tres de los confesores de la santa se llamaban Juan. Pues bien, en lugar de añadir a ese nombre el ape- 22 Santa Liduvina de Schiedam 1 Huysmans utiliza un arcaísmo “le quantiême” que yo he intentado rendir por otro, “a cuántos”, en nuestra lengua. Download 2.77 Kb. Do'stlaringiz bilan baham: |
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