Tesis doctoral
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- 0.4.7 Doña Ana de Austria y el proceso de Madrigal.
153 ; Del error del calendario etc. Entre las proposiciones que debido a su profunda erudición defendió y logro imponer en la doctrina de la iglesia, están las relativas a la fecha de la muerte de Jesucristo, así como la fecha de su pasión, basándose en cálculos de astronomía y en el estudio del calendario
. Es conocido su enfrentamiento con el domínico fray Juan de Torquemada , que le obliga a escribir un tratado en su propia defensa. Domina el latín, el griego y el hebreo, pero su erudición va más allá de los contenidos religiosos. Posee extensos conocimientos de geografía, filología, literatura, mitología, filosofía, matemáticas etc. Además de una significativa correspondencia, que como en el caso de Fray Luis de León, constituye un cuerpo importante del total de sus escritos. Se puede considerar al Tostado como un adelantado del humanismo, que si bien por esas fechas ya se había iniciado en Italia, todavía tardaría en llegar a los reinos peninsulares.
79 0.4.7 Doña Ana de Austria y el proceso de Madrigal. Con el telón de fondo de las luchas entre las facciones políticas en tiempos de Felipe II, y el intento de restauración de la monarquía portuguesa surge la figura del “pastelero de Madrigal” y su relación con la sobrina bastarda del monarca doña Ana de Austria, recluida en el convento de agustinas de Nuestra Señora de Gracia. Ana de Austria debió de nacer en Madrid en 1569. Su padre D. Juan de Austria, hijo bastardo del emperador con Bárbara Blomberg, se encontraba preparando la campaña de las Alpujarras cuando conoce a doña María de Mendoza, del marquesado de Çenete. De la relación entre ambos nace Ana, la cual a la edad de 6 años entra en el convento de agustinas de Madrigal de la mano de su tutora doña Magdalena de Ulloa, que se había hecho cargo de la niña desde su nacimiento en casa de la Princesa de Éboli, familia de la madre. María de Mendoza al parecer tuvo con D. Juan otro hijo, Francesco, que nació en Granada poco después, y antes que el vencedor de Lepanto partiese para Nápoles en 1571. Es probable que el conocimiento entre María de Mendoza y D. Juan de Austria se produjese a iniciativa de la mujer de Ruy Gómez de Silva (la Princesa de Éboli), interesada en lograr su influencia sobre el de Austria. Doña Magdalena, viuda de D. Luis de Quixada, será la impulsora de la Colegiata de San Luis en Villagarcía de Campos, que a iniciativa de los jesuitas construirán Juan de la Vega, Juan de Nates y Pedro de Tolosa, con las trazas previas de Rodrigo Gil de Hontañón de 1572, esta obra, terminada en 1579, constituye la referencia clasicista para el entorno vallisoletano. D. Luis y Doña Magdalena habían sido en Yuste los tutores de D. Juan de Austria con el emperador; por lo que no es de extrañar que en su momento se hiciesen cargo de la hija ilegítima de éste. Cuando esto sucede, D. Luis acababa de morir al servicio de Felipe II, en el levantamiento de los moriscos granadinos. Entonces doña Magdalena se retira a Villagarcía con la niña recién nacida, que vivirá con su “tía” hasta la edad de 6 años, internándola en 1575 en las agustinas de Nuestra Señora de Gracia de Madrigal. Aunque el concilio de Trento había manifestado que no se admitiese en los conventos hasta la edad de los 16 años, Ana de Jesús, que así pasó a llamarse a partir de ese momento, lo hizo contra su voluntad y sin saber quiénes eran sus padres, quedando al cuidado de las monjas quiénes recibieron 600 ducados de dote de Doña Magdalena de Ulloa. La niña llegó al palacio, que luego fue convento de agustinas, donde había nacido su tatarabuela Isabel la Católica. Ana es una mujer, al parecer, de gran belleza y porte, que por circunstancias de nacimiento le toca vivir como monja durante toda su vida sin tener vocación para ello, como manifiesta en algunas de las cartas a su tío Felipe II. No solo no llega a conocer a sus padres, sino tan siquiera tiene trato con sus familiares más cercanos, como su abuela que vive retirada en un pueblo de Santander y nunca se ocupó de ella, o sus hermanos de padre: Juana, Jerónimo y Francesco. Su prima Juana, hija de Margarita de Farnesio, que fue también como su padre bastarda del Emperador, lleva una vida paralela a la suya en cuanto a vestir hábitos por conveniencia familiar, sin embargo llegado su momento consigue casarse y normalizar su existencia, algo que no consigue su prima Ana pues su proyecto de boda con el italiano Miguel Peretti, nieto de Sixto V, se ve estorbado por el Rey que en esos momentos está en pugna con 155 M. Formica, La hija de D, Juan de Austria. Ana de Jesús en el proceso al pastelero de Madrigal, Madrid, 1975, p. 76 156
En el libro de Profesiones del convento de agustinas, página 86, aparece la de Doña Ana de Austria, con fecha de 12 de noviembre de 1589. Esta fecha puede significar una confirmación de los votos o una manipulación de la misma: “In nómine Dómini mii Jesuscristi benedicti, Amén. En el año del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo de mil quinientos ochenta y nueve a doce días del mes de noviembre, yo Dª. María Ana de Austria hija del Serenísimo Príncipe D. Juan de Austria hermano del rey nuestro Señor, cumplido el tiempo de mi probación, hago profesión y prometo obediencia a Dios Todopoderoso... a Vos el muy Reverendo P. Maestro Fray Pedro de Rojas... y prometo de vivir sin propio y en castidad hasta la muerte, según la Regla de nuestro P. San Agustín...” Publicado por R. Moreno y Rodrigo, "Madrigal de las Altas Torres, cuna de Isabel la Católica" Ávila, 1949. 80 el papado. Esta es la causa principal por la que hace confirmación de los votos, lo que la mantendrá como monja durante toda su existencia 155 . Ana había profesado con 14 años, en abril de 1583, sin haber cumplido la edad preceptiva. 156 Es por estas mismas fechas, a cincos años de la muerte de su padre y dos de la de su madre, cuando le llega el reconocimiento de su pertenencia a la casa de los Austrias y el ser sobrina de Felipe II, pasando a tener el título de Excelencia, pensión y servicio propio dentro del convento, en las dependencias destinadas a las damas nobles. El monarca le otorga tal reconocimiento, que le hace llegar a través de la viuda de D. Luis de Quijada, a cambio de que dedique su vida al convento. Por estas fechas en el convento ejercía como vicario un agustino “desterrado” de Portugal, fray Miguel de los Santos, al parecer confesor del rey Sebastián y amigo del pretendiente al trono D. Antonio prior de Crato. Este personaje, que había sido Provincial en Lisboa y simpatizado con la causa de Braganza, sirve de consuelo a Ana de Austria, quizá de forma interesada, imaginando como sacar partido a tan ilustre señora y apellido. La joven encuentra en fray Miguel al asesor y amigo que le ayudará a soportar una profesión forzada, una persona culta con la que conversar en torno al mito del Rey D. Sebastián (primo de Ana) de que ha sobrevivido al desastre africano y se encuentra escondido sin darse a conocer ante el honor perdido por la derrota que impidió su Lepanto. El vicario le ha prometido además encontrar a su hermano Francesco, lo que para Ana es muy importante dada la falta de contacto con ningún familiar, para lo cual se vale del tercer y principal personaje de esta tragedia, “Gabriel de Espinosa”. Mucho se ha escrito y novelado sobre la figura de Gabriel de Espinosa, y todavía son muchos los puntos oscuros sobre este enigmático personaje. En todo caso difícil es determinar si realmente fue un impostor que se hizo pasar por el rey Sebastián de Portugal, debido a su parecido físico; si fue noble o un hermano bastardo del rey portugués; o si bien fue el mismo monarca portugués, Sebastián, hijo de Juan de Portugal casado con la hija de Carlos V, Juana de Austria (fundadora del convento de las Descalzas Reales de Madrid), quien derrotado en 1578, en Alcazarquivir, no quiso asumir su derrota, en la que se le dio por muerto, junto con gran parte de la nobleza portuguesa. Tras la probable muerte de su sobrino el rey Sebastián, en Marruecos, la corona portuguesa fue disputada entre varios pretendientes a la misma, especialmente tras la muerte del Cardenal Infante D. Enriquez, que con 69 años falleció al poco tiempo de tomar posesión del trono. El rey de España era tío carnal del difunto rey don Sebastián, por ello, la pugna por la
157 Los derechos sucesorios del monarca español, venían avalados tanto por vía materna, como por ser su hermana Juana mujer del príncipe D. Juan de Portugal, fallecido en 1554, y ambos padres del malogrado rey D. Sebastián. 158
A. G. S. Estado, legajo 172. 81 corona portuguesa se mantuvo entre Felipe II 157 , la Duquesa Catalina de Braganza, prima del monarca español, y especialmente con el prior de Crato, D. Antonio de Braganza, hijo ilegítimo del infante D. Luis. Si bien este conflicto se resolvió mediante la lucha armada, nunca se zanjó completamente, al huir D, Antonio y refugiarse en sucesivos conventos (algunos de agustinos), lo que unido al favor que despertaba entre un sector nacionalista portugués, mantuvo al Rey castellano, en un estado de especial prevención ante cualquier movimiento de soberanía que ilegitimase la anexión a la Monarquía Hispánica que se produjo en 1581. El permanente estado alerta de Felipe II en este asunto, que está en el fondo del proceso a Gabriel de Espinosa y Ana de Austria, se mantuvo hasta la muerte del monarca. El rey tenía profundas raíces lusitanas, al ser hijo de la reina Isabel de Portugal, dominar el portugués que fue un idioma de su infancia, tener amigos y consejeros portugueses como Cristóbal de Moura o Ruy Gómes da Silva, sin olvidar a su ama Doña Leonor de Mascareñas, y sin embargo a pesar de todo ello, el monarca era consciente que un importante sector de la sociedad portuguesa siempre fue anticastellana, y contraria a esta anexión. Algunas de las cartas del proceso se conservan en el Archivo General de Simancas 158 , donde se demuestra que Felipe II intervino muy directamente en el mismo y en la condena de los acusados. En un principio se pudo tener al pastelero por un espía de D. Antonio prior de Crato (al comienzo incluso por el mismo D. Antonio); a mitad del proceso con la revelación por parte de Ana, por el mismo Rey Sebastián; y en todo momento Felipe II mostró inquietud por la niña Clara Eugenia, de dos años de edad, hija de Gabriel, que en caso de ser hija de Ana podría suponer la unión de las casas de Austria y Braganza, opción decisiva a la sucesión lusitana. De esta niña lo poco que se sabe, es que vive a caballo entre el convento, con su “tía” Ana de Austria y una casa en Madrigal a cargo de su ama, si bien su Excelencia se refiere en alguna carta como “mi hija”. Al final del proceso la niña desaparece. En el verano de 1594 (si no antes) existe una relación amorosa entre Ana y Gabriel, con la complicidad del vicario y de algunas monjas que facilitan o conocen el acceso de Espinosa a las habitaciones de su Excelencia, probablemente mediante llaves falsas. Si la niña, como es probable, es de Ana las relaciones habrían comenzado como mínimo 2 o 3 años antes, o sea en 1591 ó 92. Ligado anteriormente a María de Souza, de la que poco se sabe, el caballero que se hace llamar Gabriel de Espinosa acude regularmente a las “gradas” del locutorio conventual, donde el enamoramiento de ambos se traduce en una promesa de matrimonio, que nunca llegará a realizarse. Comienza el proceso el 6 de octubre de 1594 con la detención, de forma fortuita, en una posada de Valladolid de Gabriel de Espinosa, al habérsele encontrado en posesión de joyas de elevado valor. Entre las mismas un anillo con la efigie del Rey y un colgante con el retrato de un monja: Doña Ana. Esto hace intervenir directamente a Rodrigo de Santillán, de la Audiencia de Valladolid, el cual se pone en contacto con la monja para determinar si las joyas son robadas o, como dice Espinosa, se las había entregado ella, unas para arreglar (las dos señaladas) y otras para vender, lo cual confirma Ana.
159 A. H. P. A. , Lucas Gutiérrez de Cordovilla, protocolo 3769, s.f. 82 Viendo Ana el peligro que ella misma corre, manda, de acuerdo con el vicario, a su criado Juan de Roderos a por los objetos y correspondencia comprometedores de su relación a la casa de Gabriel en Madrigal, para su destrucción. Sin embargo las dos cartas sin firma que se habían remitido a Valladolid, una de Ana y otra del Vicario, caen en poder de Santillán, el cual las lee, con la sorpresa de ver como el personaje que acaba de detener es tratado (por el Vicario) de Majestad y que al parecer tiene una hija. Al creer que se trata de un asunto muy grave se lo comunica a Felipe II que se encuentra en El Escorial. A la semana siguiente, el 14 de octubre, Rodrigo de Santillán, por orden del Rey, se desplaza al convento de las agustinas de Nuestra Señora de Gracia y, entrando de forma violenta, detiene a Ana de Austria, que queda confinada en la celda de sus aposentos. Se le acusa formalmente de mantener relaciones deshonestas con Gabriel de Espinosa siendo monja y de referirse a el como Su Majestad, si bien los intereses reales persiguen averiguar un posible complot de D. Antonio de Portugal y conocer quiénes son los padres de Clara Eugenia, así como conocer la verdadera identidad del que, pareciendo ser un caballero, se hace pasar por pastelero. En un principio se establece un conflicto de jurisdicción entre el estamento eclesiástico y el civil. Los agustinos, molestos por el cariz que tomaban los acontecimientos, y por el allanamiento del convento, envían a Madrigal al Provincial de Castilla Gabriel de Goldaraz, que se aloja en el convento extramuros. Goldaraz que ocupa el cargo de Provincial desde 1592 (a la muerte de Fray Luis de León), hasta el 2º tercio de 1595, cuando los acontecimientos del proceso le obligan a dimitir, era buen conocedor tanto de la villa como de ambos conventos, que había visitado con anterioridad, donde había inspeccionado las obras que se estaban acometiendo por iniciativa de Quiroga a cargo del padre Colmenares. Al padre fray Gabriel lo encontramos en el convento siguiendo el proceso en todavía en enero de 1595, fecha en la que otorga licencia 159 para que los agustinos tomen a censo 200 ducados de las rentas que les había legado Quiroga, el cual acababa de fallecer. En su primera declaración Doña Ana testifica que conoció a principio de verano, a Gabriel, el cual le había recetado algunos ungüentos para la piel, y que la niña es sobrina de éste. Así mismo que le había dado a Gabriel algunas joyas para vender en Valladolid, al objeto de traer y aposentar a su hermano Francesco cerca de Madrigal y que en todo momento lo había tenido por un caballero. Ana en todo caso se ve obligada a mentir para salvar “su honor” al mantener que no había mantenido correspondencia con Espinosa, sin embargo todavía no sabe que las cartas están en poder de Santillán, en una de las cuales le declara su amor. El temor de Ana no es tan sólo que se descubra el haber mantenido relaciones siendo profesa, sino que se pueda pensar que ha sido con un “hombre baxo”, ella que lleva el apellido de la monarquía más poderosa de Europa. El interrogatorio de las monjas produce cierta confusión al concurrir opiniones de todo tipo, algunas de lo más disparatado como el haber visto al prior de Crato en el convento, lo cual es aprovechado por Gabriel de Goldaraz, que en todo momento quiso proteger a Ana (tratando de esta forma proteger a la Orden, especialmente de las derivaciones políticas en contra de los intereses reales), para tratar de demostrar la poca consistencia del caso, fruto principalmente de la exaltada imaginación popular. Por otro lado las pocas amistades que Ana tiene fuera del
160 Formica Mercedes, op. cit. p.214. 161 De cuyo nombre, Inés Cid, se tienen dudas. 162 M. Formica, op. cit. p.252. 83 convento y familiares de los Mendoza, tratan de presionar para que sea Portocarrero, de la Real Chancillería, el que se haga cargo del proceso. Pero Felipe II está personalmente interesado en llegar al fondo de un asunto que puede tener repercusiones para la Corona. Rodrigo de Santillán traslada a Gabriel de Espinosa a la cárcel de Medina del Campo, donde le mantiene en todo momento incomunicado, y el mismo Alcalde del Crimen interroga a Doña Ana de Austria durante largas horas, a la que le muestra las cartas retenidas. Si en un primer momento sigue negando su autoría, de una misiva sin firma, el hecho de tratar de romperlas la delata
. La llegada a Madrigal del inquisidor Juan Llanos Valdés desata el pánico en el convento ante la amenaza de tormento. Al día siguiente Ana de Austria solicita comparecer y mediante una declaración sorprendente da un nuevo giro al ya complicado proceso: Gabriel de Espinosa es su primo, el Rey D. Sebastián de Portugal. Los acontecimientos se precipitan. Por una parte Goldaraz será apartado del caso en el mes de diciembre, por la misma orden agustina, por presión del inquisidor , y por otra es detenido en Colindres, Juan de Roderos, el criado de Ana, al parecer por iniciativa de su abuela Bárbara Blomberg. Sometido a tortura (por la que pierde un brazo) confesará entre otras cosas que creía que Ana y Gabriel se conocían desde antes del verano de ese año, y que desde ese momento sus encuentros eran constantes, siendo probable que se usasen llaves falsas para el acceso el convento; el vicario y Espinosa ya se conocían cuando éste llegó a Madrigal El interrogatorio del resto de los implicados tampoco aclara muchos de los aspectos de un asunto que va adquiriendo en mayor proporción un carácter político, toda vez que el propio inquisidor, Juan Llanos de Valdés, acaba por convencerse de que el detenido es el propio rey Sebastián (aunque al final del proceso se desdiga). En su declaración el ama 161 , a la que se suspende el tormento al comprobar que está encinta de 5 meses, manifiesta que el hijo que está esperando es del pastelero, con el que convivía desde hace 5 años, y que éste había ejercido tal oficio en varias partes del reino, así como que recibía visitas de importantes nobles portugueses los cuales le trataban con deferencia. Sin embargo casi ninguna de las cuestiones se pudo comprobar, ni tan siquiera convenció el que en algún momento manifestase que Clara Eugenia, era hija suya 162 . En la declaración del vicario, el agustino fray Miguel de los Santos, se reafirma en que Gabriel es el rey D. Sebastián de Portugal, por todos los datos que poseía cuando vivió en el país vecino. Ciertamente esta declaración fue tomada como una huida hacia adelante que trataba de justificar su actuación. Fray Miguel declara también que “D. Sebastián” y Dña. Ana se habían prometido en matrimonio, el cual se celebraría en circunstancias más favorables. En cuanto al interrogatorio del principal encausado, no sirvió más que para que Gabriel de Espinosa se mantuviese firme en su declaración inicial de ser un simple pastelero, si bien dio 84 muestras en todo momento de una gran entereza y de conocer aspectos personales del propio monarca portugués. Al parecer recibió correspondencia secreta de Felipe II, al que le echó en cara antes de su ejecución, el que no le hubiese visitado. Tanto Ana como algunos de los que trataron con este enigmático personaje, lo tuvieron por el Rey Sebastián, convenciendo incluso, como hemos visto, a algunos de sus jueces. Como mínimo debió ser noble, pues hablaba varios idiomas, dominaba la montura a caballo, había visitado varios países, y en su comportamiento en todo momento fue tenido como tal; pudiendo haber residido con anterioridad en Portugal y en la República Veneciana. A finales de diciembre de 1594 Ana empieza a dudar de que haya sido víctima de un engaño. En las cartas que dirige a su tío, el Rey, le trata de hacer comprender su situación y las circunstancias por las que se encuentra en el convento, pero la decisión de Felipe II ya está tomada. Sólo un acontecimiento imprevisto retrasa la condena, y es la muerte el 20 de noviembre del cardenal y arzobispo de Toledo D. Gaspar de Quiroga, oriundo de Madrigal, cuyo entierro, por voluntad del fallecido, se efectúa en la iglesia de los agustinos de esta villa, en razón de su patronazgo sobre el convento establecido entre otras causas por ser el lugar donde estaban enterrados sus padres. La muerte Quiroga, que como veremos más adelante, es una figura clave de la política española en la segunda mitad del siglo XVI, atrae hasta Madrigal a una multitud de personajes provenientes de la Corte y de su arzobispado toledano, por lo que es probable que el monarca tratase de evitar que se airease un proceso que como mínimo ofrecía una serie de dudas razonables y que incidía en la legitimidad de su apropiación de la corona portuguesa. La sentencia contra Gabriel de Espinosa, confirmada por el propio monarca, se llevo a cabo el 4 de agosto de 1595. En ella se le condena a la peor de las muertes existentes en la época: arrastre, horca y descuartizamiento. Sus restos al parecer fueron enterrados en el cementerio de San Lázaro.
163 Publicado por A. de Encinas, "Madrigal de las Altas Torres, cuna de Isabel la Católica", en Revista Geográfica Española, Madrid, p.103. 85
diciendo y manifestando secretos del Rey don Sebastián que le había revelado fray Miguel de los Santos, religioso de San Agustín en Portugal, que fue confesor primero del Rey Sebastián y después de don Antonio, y de cuyos secretos se valió para engañar a la dicha monja por ser persona de importancia que le servía para su intento de ser tenido por Rey de Portugal, haciendo que dicho fray Miguel de los Santos, en presencia de doña Ana de Austria, se postrase delante de el y le besase la mano como a Rey para conseguir que la dicha monja consintiese en casarse con el, dándola cédula de promesa de casamiento con título y forma de Rey, habiendo habido entre ambos otras promesas de palabra, con el intento de que a cierto tiempo el dicho Gabriel Espinosa, con aquella falsa opinión esforzada con los dichos medios de casamiento y con otros que iban tomando, escribiendo a algunas personas poderosas de el dicho reino de Portugal como era vivo el Rey don Sebastián y que estaba casado con la señora doña Ana de Austria y que no quería manifestarse hasta cierto tiempo y tratando de ir en persona al Reino de Portugal, a asentar el dicho trato para conseguir su intento, conmoviendo el reino para ello y confiando en la mucha opinión y reputación en que estaba el Rey Don Sebastián, se alborotasen los dichos Reinos de Portugal para hacerle Rey de ellos , a fin de perturbar por este camino al Rey Nuestro Señor como Señor propio y verdadero de los dichos Reinos y contra ellos mismos y su reputación y contra la obligación que le tenía a su Rey natural, y como en lo expresado y referido el dicho Gabriel Espinosa, reo acusado, no probó cosa alguna de que se pueda aprovechar para su descargo, dámoslo y pronunciámoslo por no probado, por lo cual y por lo más que de dicho proceso resulta, a que nos referimos, le debemos dar y damos por perpetrador de los dichos delitos sobre que ha sido acusado, y, en su consecuencia, le debemos condenar y condenamos al dicho Gabriel Espinosa a muerte natural de horca, a la que se le llevará arrastrado, y a que sea descuartizado y puesta su cabeza en un palo en el camino de Madrigal a Valladolid para escarmiento, y otrosí, le condenamos a perdimiento de todos sus bienes que en cualquier manera tenga y le pertenezcan, aplicados para la Cámara de Su Majestad y gastos de justicia y costas de este proceso, cuya tasación en nos reservamos, y mandamos que esta nuestra sentencia sea llevada a pura y debida ejecución con efecto por cuanto así conviene al servicio de Dios Nuestro Señor y de Su Majestad y aumento de la justicia. Por esta nuestra sentencia definitiva juzgando así, lo pronunciamos y mandamos. El licenciado, don Rodrigo de Santillán...”
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